Ficha técnica
Título: Las manos de los maestros. Ensayos selectos I | Autor: J.M. Coetzee | Traductor: Javier Calvo Perales | Editorial: Literatura Random House | Medidas: 137 X 230 mm | Formato: tapa blanda con solapa | Páginas: 256 | ISBN: 9788439731450 | Fecha: mar/2016 | Precio: 17,90 euros | Ebook: 8,99 euros
Las manos de los maestros. Ensayos selectos I
J. M. Coetzee
El acto de escribir está íntimamente unido al acto de leer, y a lo largo de su carrera J.M. Coetzee ha abrazado estrechamente ambas pasiones reflejándolas en su notable faceta de ensayista y crítico literario.
En anteriores compilaciones de ensayos, el Premio Nobel ya evocaba las lecturas que apuntalaron la génesis de sus libros. Para Las manos de los maestros, el autor ha seleccionado algunos de estos ensayos, sus favoritos, y los ha acompañado de una serie de textos escritos posteriormente, que se publican ahora por primera vez en lengua española. A lo largo de dos volúmenes exclusivos, el autor vuelve a dar muestra de su aguda penetración crítica y de la gran admiración que siente hacia quienes considera sus maestros.
Más allá de la erudición deslumbrante y la pasión por el estilo y el lenguaje de este sagaz observador, encontramos en estos textos las preocupaciones humanistas y estéticas de uno de los escritores más prestigiosos del mundo contemporáneo, en lo que podría definirse como la mejor aproximación a la obra de algunos de los grandes maestros de la literatura.
En este primer volumen, Coetzee nos invita a viajar por la literatura de T.S. Elliot, Nadine Gordimer, Doris Lessing, Walt Whitman, William Faulkner, Arthur Miller, Philip Roth, Patrick White, Les Murray y Gerald Murnane.
La crítica ha dicho…
«J.M. Coetzee ha sido un arriesgado explorador del lenguaje.» Javier Marías
«Un escritor de brillante maestría, tensión y elegancia.» Nadie Gordimer
«Uno de los mejores premios Nobel de toda la historia.» ABC
«Coetzee es un clásico porque su escritura ya nos pertenece a todos.» El mundo
«Un enorme talento literario que no hace concesiones a la fama y las convenciones.» El País
«Nadie pone en duda que Coetzee es uno de los grandes narradores de nuestro tiempo, ni cuestiona que si ocupa este lugar de referencia es, entre otras cosas, por la originalidad y el extremado rigor de su pensamiento.» Enrique de Hériz, El Periódico
«Coetzee es extraño, duro, dueño de una inteligencia impactante que lo convierte en uno de los escritores contemporáneos más conmovedores.» The Guardian
«¿QUÉ ES UN CLÁSICO?», UNA CONFERENCIA
I
En octubre de 1944, mientras las fuerzas aliadas combatían en el continente europeo y los proyectiles alemanes caían sobre Londres, Thomas Stearns Eliot, de cincuenta y seis años de edad, pronunciaba su discurso de investidura como presidente de la Sociedad de Estudios Virgilianos de Londres. En su conferencia, Eliot no menciona las circunstancias del conflicto bélico, a excepción de una única referencia -tangencial e implícita, al mejor estilo británico- a «los contratiempos del momento presente» que habían estorbado el acceso a los libros que necesitaba para preparar su conferencia. De este modo recuerda a sus oyentes que hay una perspectiva desde la cual la guerra es solo un tropiezo, por inmenso que sea, en la historia de Europa.
El título de la conferencia era «¿Qué es un clásico?» y su objetivo era consolidar y refundar una tesis que Eliot llevaba mucho tiempo anunciando: que la civilización de Europa occidental es una única civilización cuya vía de descendencia procede de Roma a través de la Iglesia de Roma y del Sacro Imperio Romano, y cuyo texto clásico originario debía ser, por tanto, la Eneida, el poema épico de Virgilio.[1] Cada vez que se debatía sobre este asunto, era un hombre de creciente autoridad pública quien lo defendía, un hombre del que, en 1944, cabía decir que dominaba el panorama de las letras inglesas por su condición de poeta, dramaturgo, crítico, editor y analista de la cultura. Este hombre había elegido Londres como la metrópoli del mundo de habla inglesa, y se había erigido a sí mismo, con un retraimiento que escondía una despiadada firmeza de propósito, en la voz rectora de dicha metrópoli. Ahora exponía su punto de vista a favor de Virgilio en cuanto voz dominante de la Roma imperial y metropolitana y, lo que es más, de una Roma imperial cuyos términos trascendentes no cabía esperar que Virgilio hubiera comprendido.