Ficha técnica
Título: En el silencio | Autor: Wade Davis | Traducción: Núria Molines Galarza | Editorial: Pre-Textos| Colección: Narrativa Contemporánea | Recorridos: Pre-Textos Alemanes | Año de publicación: 2017 | ISBN: 978-84-16906-40-6 | Páginas: 1144 | Formato: 23 x 14 rústica | Precio: 45 euros
En el silencio
Wade Davis
En el silencio recrea la historia definitiva de los aventureros británicos que tras sobrevivir a las trincheras de la I Guerra Mundial, siguieron jugándose la vida con el ascenso al Everest.
El 6 de junio de 1924, dos hombres salieron de un campamento encaramado a 7.000 metros en un saliente de hielo, bajo el borde del collado Norte del Everest. George Mallory, de treinta y siete años, era el mejor alpinista de Gran Bretaña. Sandy Irvine, de veintidós años estudiaba en Oxford y tenía poca experiencia en la montaña. Tras más de una década de exhaustiva investigación, el explorador y autor de superventas Wade Davis recrea con gran verosimilitud los esfuerzos heroicos de Mallory y sus compañeros, y sitúa sus destacables logros en un abrumador contexto histórico: desde las ambiciones imperialistas británicas del siglo XIX, a la guerra que dio forma a la generación de Mallory. Su país estaba roto y las expediciones al Everest emergieron como un poderoso símbolo de la redención y esperanza nacional. En su extensa exploración, Davis logra crear un retrato atemporal de aquellos hombres tan particulares y de la época tan extraordinaria que les tocó vivir.
«Magnífico […] Davis nos cuenta toda la historia que hay detrás de este relato casi mítico desde una perspectiva histórica y dándole una fuerza épica.» (Los Angeles Times)
«Una obra maestra en la cima de su propio mundo junto al clásico Into Thin Air de John Krakauer.» (Salt Lake City Tribune)
PÁGINAS DEL LIBRO
LA mañana del 6 de junio de 1924, en un campamento encaramado a más de 7.000 metros en un saliente de hielo en lo alto del glaciar del Rongbuk y justo bajo el borde del collado Norte del Everest, el jefe de la expedición, el teniente coronel Edward Norton, se despidió de dos hombres que partían para intentar un último ascenso desesperado a la cima. A sus treinta y siete años, George Leigh Mallory era el alpinista más ilustre de Gran Bretaña. Sandy Irvine era un joven universitario de veintidós años que venía de Oxford y que no tenía apenas experiencia en la montaña. El tiempo era oro en aquel momento. Aunque el día estaba despejado, en los cielos australes se arremolinaban bancos de nubes que revelaban que el monzón había llegado a Bengala y que pronto barrería el Himalaya y, como decía uno de los montañeros, «lo sumiría todo en el olvido». Mallory, como siempre, era más optimista. En una carta que envió a casa, escribió: «Esta vez nuestros pies se deslizarán hasta la cima, con Dios de nuestro lado, o machacaremos el suelo con nuestras botas hasta la cumbre con el viento entre los dientes».
Norton no era tan optimista. «No cabe duda», le confió a John Noel, un explorador veterano del Himalaya y fotógrafo de la expedición, «de que Mallory sabe que está persiguiendo una esperanza perdida.» Quizá el recuerdo de pérdidas anteriores lastraba los pensamientos de Norton: siete sherpas murieron en la montaña en 1922, dos más aquella estación, el físico escocés Alexander Kellas fue enterrado en Kampa Dzong durante la marcha de aproximación y reconocimiento en 1921. Por no mencionar a los que habían estado al filo de la muerte. Incluso Mallory, un escalador de asombrosa gracia y admirable potencia, había atisbado la muerte en el Everest en tres ocasiones.