
Ficha técnica
El profeta mudo
Joseph Roth
Werner Lengning
Comienzo del libro
La Nochevieja de 1926 a 1927 me hallaba en compañía de unos cuantos amigos y conocidos en Moscú, en la habitación número nueve del Hotel Bolschaia Moskovskaia. Para algunos de los presentes, aquella manera de celebrar la Nochevieja, en privado, era la única posible. Pues si bien su estado de ánimo les hubiera permitido manifestar en público su humor festivo, tenían que tomar ciertas precauciones y temer, por su parte, que otros las tomaran. No podían mezclarse con los extranjeros ni con ciudadanos nativos, y aunque más de uno-por amor a sus ideas-hubiera desempeñado ya repetidas veces el papel de «observador», evitaba, con justa razón, convertirse él mismo en objeto de observaciones extrañas.
En mi habitación flotaba aquel humo de cigarrillos que nos resulta familiar por las novelas de la literatura rusa. Yo abría tan pronto la parte superior de la ventana (mis invitados me hubieran prohibido abrirla toda), como la puerta que daba al pasillo y por la cual nos llegaban toda suerte de ruidos: música, voces, copas, pasos y canciones.
-¿Saben ustedes-preguntó Grodzki, un polaco de origen ucraniano que había trabajado un tiempo para la Checa en Tokio y al que me ligaba cierta intimidad desde que le encargaron preparar un informe sobre mi persona y yo le aseguré recordar perfectamente su actividad en el Japón-, saben ustedes quién vivía hace tres años en esta habitación, la número nueve?-Unos cuantos lo miraron con aire interrogativo, y él saboreó aquellos segundos de silencio. Como muchos de los que trabajaban en los servicios