Ficha técnica
Un maravilloso porvenir
Katherine Boo
Abdul, Asha, Kalu viven en Annawadi, un suburbio de Bombay rodeado de hoteles de lujo cerca del aeropuerto. A diario luchan por sobrevivir en una época de apabullante cambio global, en una realidad que les ofrece su cara más amarga y en la que, sin embargo, todavía son libres para soñar con un futuro fuera de la basura y de la pobreza, con un maravilloso porvenir.
La periodista Katherine Boo, ganadora del premio Pulitzer, construye en Un maravilloso porvenir un retrato conmovedor e íntimo, que se sustenta en una investigación de más de tres años, en el que hace gala de un estilo periodístico magistral y en el que reconstruye la dramática historia de varias familias en India y su empuje y optimismo por avanzar y superar cada obstáculo con la convicción firme de que algún día lograrán un futuro fuera de la miseria y la desigualdad.
«Una ópera prima exquisitamente lograda. Katherine Boo es una de esas periodistas capaces de hacer que la realidad supere la ficción, una documentalista con un magnífico sentido de los conflictos humanos. Es fácil olvidarse de que este libro es el trabajo de una reportera».
Janet Maslin, The New York Times
«Un logro espectacular, un ejemplo de periodismo novelado que está llamado a convertirse en un clásico […] de intensidad cinematográfica».
Elle
«Apasionante y audazmente documentado, Un maravilloso porvenir se lee como una novela trepidante y llena de acción. Una lectura de primera».
Entertainment Weekly
Bombay, 17 de julio de 2008
Se acercaba la medianoche. La mujer coja tenía quemaduras graves y la policía de Bombay iba a venir a buscar a Abdul y a su padre. En una chabola junto al aeropuerto internacional los padres de Abdul llegaron a una decisión con una economía verbal impropia de ellos. El padre, un hombre enfermo, esperaría dentro de la choza alfombrada de basura y con techumbre de hojalata donde vivía la familia de once. Cuando lo arrestaran no opondría resistencia. Abdul, el sostén económico de la familia, era quien tenía que escapar.
Como de costumbre nadie le había pedido a Abdul su opinión sobre este plan. Estaba petrificado por el pánico. Tenía 16 años, o quizá 19…; sus padres eran un desastre para las fechas. Alá, en su impenetrable sabiduría, lo había hecho pequeño y asustadizo. Un cobarde, así se refería Abdul a sí mismo. No sabía nada de cómo esquivar a la policía. Prácticamente de lo único que entendía era de basura. Casi todas las horas que había estado despierto de todos los años que podía recordar las había pasado comprando y vendiendo a los recicladores lo que los más ricos tiraban a la basura.
Ahora era consciente de la necesidad de desaparecer, pero, más allá de eso, la imaginación le flaqueaba. Echó a correr, pero después volvió a casa. El único escondite que se le ocurría era entre su basura.
Entreabrió la puerta de la chabola familiar y miró fuera. Su hogar estaba más o menos en el centro de una hilera de casas construidas a mano y encajonadas y el cobertizo asimétrico donde almacenaba su basura estaba justo al lado. Llegar hasta él sin ser visto privaría a sus vecinos de la satisfacción de entregarlo a la policía.