Ficha técnica
Título: El amor solo | Autor: Laurence Plazenet | Traducción: Claudia Casanova | Editorial: Ático de los Libros | Páginas: 152 | Tamaño: 15 x 23 cm | Encuadernación: Rústica con solapas | Fecha: septiembre 2017 | ISBN 978-84-16222-53-7 | Precio: 14,90 euros
El amor solo
Laurence Plazenet
El amor solo, novela ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea y del prestigioso Premio de Literatura de la Fondation Charles Oulmont, nos presenta una perturbadora historia de amor entre un tutor y su pupila ambientada en la Francia del siglo XVII. Esta novela, que combina elementos de Lolita con historias de amor y separación clásicas como la de Eloísa y Abelardo, es un relato de cómo sobrevive una pasión a lo largo del tiempo.
Mademoiselle Louise Catherine d’Albrecht acaba de cumplir quince años cuando encuentra el amor por primera y última vez. Monsieur de Ramon, su tutor, es mayor que ella, y despertará en la joven sus primeras reacciones físicas, hasta convertirse en su amante clandestino. Como un Pigmalión de la carne, Monsieur de Ramon descubre a Louise Catherine los placeres del sexo y del espíritu, pero también la tortura de los celos y las ausencias súbitas con que la castiga. La pasión carnal y sin límites, a la cual se entregan total y ciegamente, pronto deriva en los celos, las dudas y el miedo: Ramon ha estado con muchas mujeres, pero no ha amado a ninguna, y Louise Catherine jamás ha estado con otro hombre y si bien presiente que se encuentra ante el amor definitivo, también duda de sí misma. Durante unos meses se separan, y al cabo de un tiempo, después de la dolorosa ausencia, Monsieur de Ramon vuelve al lado de la muchacha, pero de nuevo el temor a ceder a la pasión, a la vida en compañía, a la pérdida del yo en brazos del otro le empuja a huir. Después de esa segunda separación, Louise Catherine da a luz a la hija ilegítima fruto de su relación con Monsieur de Ramon, pero ya no volverán a encontrarse.
Separados y sin poder olvidarse el uno del otro, los amantes narran su aislamiento y se persiguen en libros, sueños, soledades y silencios, hasta que llega la muerte, la separación última. Con una prosa cuya pureza raya en lo ascético, la autora narra una perturbadora historia de amor, con dos personajes de inocencia deslumbrante y destino fatal.
«Escritura pura y afilada, con personajes inolvidables.» Le Figaro
«Elegante y sensual, un profundo análisis psicológico de la pasión: una novela que hechiza al lector, bella como la historia de amor que describe.» Le Monde des Livres
«Un estilo impecable, que te obliga a leer hasta la última página de un tirón. Una historia sublime, de una pasión violenta, desesperada, narrada poéticamente. Con ecos de Madame de La Fayette y también de Pascal Quignard, sin duda es un puente entre la modernidad y los clásicos literarios franceses.» France Culture
PRIMER CAPÍTULO
1.
Tenía quince años y parecía más joven. Vivía aislada.
2.
Cuando su mujer murió, Monsieur d’Albrecht se negó a apartarse del cuerpo que el alma de ella ya había abandonado. Permaneció arrodillado, con las manos unidas a las de su esposa. No oyó las plegarias de los clérigos ni las exhortaciones de sus criados. Observaba los párpados cerrados de Madame d’Albrecht, y los besó en espíritu; de noche, en su habitación, acarició sus senos. Fue como cambiar una oscuridad por otra. Dos grandes cirios se erguían a ambos lados de la cama y apenas arrojaban algo de luz sobre ese último conciliábulo.
Su hijo vino a hablar con él. No sentía que tuviera derecho a transmitir a su padre los reproches que le habían hecho llegar. Se sentía torpe, con los ojos clavados en el cadáver de su madre. El viudo lo ignoró. El muchacho esperó un momento y se fue.
Pasó la noche.
Por la mañana, trajeron a la pequeña de Monsieur d’Albrecht, que apenas caminaba. Sus mejillas eran rosadas, pero la niña no le divirtió en lo más mínimo. Al principio, se levantó con un gesto de cólera y al cabo de un instante se detuvo, y permaneció quieto, helado, delante de la criatura. De repente creyó adivinar en ella un cierto parecido a Madame d’Albrecht, un aire de familia que lo conmovió.