Ficha técnica
Amistades literarias
Ford Madox Ford
Traducidos por primera vez al castellano, los recuerdos, estampas y retratos contenidos en este libro configuran buena parte de la vida de aquel magnífico escritor que fue Ford Madox Ford. Desde una singular infancia prerrafaelita, por la que deambulan personajes altisonantes como Swinburne y Rossetti o sencillamente entrañables como Turguenev, hasta la época de la gran camaradería del autor con portentos de la pluma como Henry James, Joseph Conrad y William Henry Hudson, Amistades literarias no sólo constituye un inmejorable recorrido por la biografía de Ford: también traza un llamativo panorama literario y social que entrelaza las últimas décadas del siglo XIX con las primeras del XX.
PRÓLOGO
JUAN MANUEL VIAL
TENIENDO EN CUENTA la inmensa cantidad de escritos excepcionales que produjo Ford Madox Ford hasta 1939, año en que murió, es inexplicable que su figura, relativamente cercana en el tiempo, sea aún tan esquiva y difusa para los lectores hispanoparlantes. También es extraño que, conociendo bien aquella obra maestra de título equívoco llamada El buen soldado -que lo es todo, absolutamente todo, menos una novela de guerra-, no hayamos sentido mayor curiosidad por un autor tan dotado e influyente como el que ahí demuestra ser. La ceguera que acusamos no es nimia: hoy en día la literatura del «joven modesto», que era como lo llamaba Henry James, ha demostrado ser bastante más fructífera que la del «Maestro», que era como Ford se refería a James. No olvidemos que el mejor escritor en lengua inglesa de nuestros días, el sudafricano J. M. Coetzee, aprendió de Ford nada menos que escribir novelas es un artesanado a la vez que una vocación.
Distancia inexplicable, extraña frialdad: es indudable que ambas se han entrecruzado, pero también ha habido, de parte de los editores, de los traductores, de los rajás del mundo editorial hispano, una negligencia imperdonable con la obra de Ford: recién el año pasado se tradujo al castellano El final del desfile, el portentoso conjunto de cuatro novelas que el autor inglés publicó entre 1924 y 1928. La obra, sobre la que se extiende una atmósfera de tensión bélica y sexual dividida magistralmente en dos frentes, está ambientada entre los vericuetos del poder de Londres, la campiña aristocrática inglesa y los devastados campos de batalla franceses durante la primera guerra mundial. Ford participó en el conflicto, y de él aseguraba dos cosas: haber sido gaseado por los hunos -algo que sus amigos dudaban- y haber sido el único novelista de su edad que combatió en la guerra -algo cierto-.
Además de cinco novelas perfectas -hay entusiastas que aseguran que El buen soldado es la mejor narración que se ha escrito en inglés-, Ford produjo una respetable cantidad de volúmenes de recuerdos, ciertas célebres colaboraciones con Conrad, un notable mamotreto de compilaciones críticas y algunos graciosos libros de propaganda bélica. Y entre los aciertos más recordados en su labor como incansable editor de revistas literarias titánicas de bajo y bajísimo presupuesto, están el de haber descubierto a D. H. Lawrence y Wyndham Lewis y el de haberle avivado la cueca y llenado el estómago a un Ezra Pound mendicante.