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Ficha técnica

Título: El final del desfile | Autor: Ford Madox Ford   | Editorial: Lumen |  | Rango de edad: Adultos | Páginas:  1024 | Precio: 35,90 € | Fecha de aparición:  Enero de 2009 | Formato: Tapa dura con sobrecubierta | ISBN: 9788426416933

El final del desfile

Ford Madox Ford

LUMEN 

Parece mentira que una de las obras maestras de la literatura del siglo XX no se haya traducido al castellano hasta ahora. De Ford Madox Ford se cita siempre su espléndida El buen soldado, que contiene, de algún modo, el germen de lo que luego su autor desarrollaría sinfónicamente en El final del desfile, un ciclo novelístico perfectamente equiparable a En busca del tiempo perdido de Proust o a Una danza para la música del tiempo de Anthony Powell. Es hora, pues, de reivindicarlo: estamos ante uno de los logros más ambiciosos y espectaculares de la narrativa moderna.

El final del desfile se compone de cuatro novelas: Hay quien no (1924), No más desfiles (1925), Se podría estar de pie (1926) y El toque de retreta (1928), que se compilaron por primera vez en un solo volumen en 1950, en la edición americana de Knopf.

Algunos críticos han señalado que sería más apropiado hablar de una trilogía con coda final. Da lo mismo: en conjunto constituye uno de los universos narrativos más poderosos y absorbentes de todos los tiempos. Con su lectura ocurre algo parecido a lo que uno puede experimentar con Proust: más que la sensación de leer, uno acaba por tener la certeza de que ha participado de otro ámbito temporal. Haciendo un gran esfuerzo de síntesis, podríamos decir que la novela escenifica el final de un mundo, de una concepción del hombre y la sociedad, esa idea que se sacrificó en el altar de la Primera Guerra Mundial para dar paso al siglo XX.

Se ha dicho con razón que El final del desfile es la mejor novela que jamás se ha escrito sobre la Gran Guerra. Y aunque es mucho más que eso y no puede decirse que sea estrictamente una obra bélica, no hay ninguna otra novela que haya dramatizado con tanto acierto -y con tanto aliento- esa masacre.

Los protagonistas de la historia son Sylvia y Christopher Tietjens, un matrimonio en crisis. Él es the last tory, el último conservador, defensor de las esencias victorianas y eduardianas, un brillante estadista al servicio del Gobierno de Su Majestad, vástago de una acomodada familia de terratenientes; ella es todo lo contrario, una mujer frívola y rebelde que desprecia los valores tradicionales, desafía todas las convenciones y, sobre todo, detesta profundamente a su marido. El matrimonio tiene un hijo cuya paternidad, por si fuera poco, es más que dudosa. Sylvia hace todo lo posible para arruinar la vida de su esposo mientras él, por su parte, intenta guardar las apariencias. Sin embargo, y muy a su pesar, Christopher se empieza a enamorar de Valentine Wannop, una sufragista y feminista que, como tal, no comparte ninguna de sus convicciones, pero que acaba siendo la persona más importante de su vida. Todo este entramado sentimental, maritalmente sádico y enrevesado se engasta más tarde con el estallido de la Primera Guerra Mundial y las experiencias de Christopher Tietjens en el terrible submundo de las trincheras francesas, donde el horror, ideas como la de patria, el concepto de matrimonio, su nuevo e incipiente amor, el deseo o la amistad acompañan al protagonista en su particular descenso a los infiernos. De ahí saldrá para encontrarse con un mundo nuevo, devastado e interrogante.

Hay muchos aspectos de la novela que podrían subrayarse, empezando por su trama en forma de telaraña, minuciosamente urdida, pero también habría que resaltar su virtuosismo estilístico y su maestría a la hora de modular distintas voces y varias conciencias al unísono. Ford es un maestro de la técnica, sabe utilizar y complicar como nadie el recurso del flash-back y del contrapunto, es capaz de manejar dos tiempos en una misma secuencia sin que se noten las fisuras, domestica la Historia en sus páginas sin que suene a falsa crónica, mezcla con sutilidad el más excéntrico y británico sentido del humor con un pathos de vibración helenística, sabe aprovechar los resabios épicos de su historia sin caer en la grandilocuencia y la ostentación propias de la novela de género y, como siempre, dibuja y matiza psicológicamente a sus personajes con una habilidad digna del mejor Henry James.

Por todo lo dicho, se comprenderá que sea para Lumen un honor y un privilegio publicar la primera traducción al castellano de El final del desfile. Y podemos decir sin temor a equivocarnos que se trata de una traducción excelente. La elección del traductor era, en este caso, decisiva. Y Miguel Temprano ha desbordado todas las expectativas. No solo aceptó el encargo -un reto enormemente complejo para cualquier profesional- con entusiasmo, sino que se volcó en el proyecto, se puso en contacto con el profesor Max Saunders, máximo especialista en la obra de Ford, acudió a un congreso en Génova sobre el asunto y sorteó los numerosos escollos y oscuridades del texto con una brillantez y un ingenio insólitos.

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Ford Madox Ford

Ford Madox Ford (Reino Unido, 1873-1939) fue un novelista, poeta, crítico literario y editor inglés. Durante su vida publicó más de 80 obras en las que se incluyen, además de la novela, ensayos, poesía, memorias y crítica literaria.Su verdadero nombre era Ford Hermann Hueffer, pero lo cambió primero a Ford Madox Hueffer y luego a Ford Madox Ford en homenaje a su abuelo, el pintor prerrafaelista Ford Madox Brown, del cual también escribió una biografía. Ya desde joven, el medio artístico-literario con el que Madox Ford se relaciona incluye nombres como Dante Gabriel y Christina Rossetti, Algernon Swinburne, Edward Burne-Jones o William Morris. Se educó en la Escuela Praetorius de Folkstone, aunque cuando su padre muere la familia se muda a Londres. Allí, Ford continuó con su educación en la University College School pero nunca fue a la universidad.Ford Madox Ford ha tenido una posteridad difícil, y ello se debe en parte a que es una figura a caballo entre dos tiempos, entre dos épocas estéticas en las que participó sin terminar de entenderlas. Quizá esa perplejidad es lo que le confiere a su obra la angustiosa atmósfera de tránsito y experimentación un tanto azarosa que tan bien, en este caso, asume el paso del tiempo. Sea como fuere, lo cierto es que Ford aparece siempre en el retrato coral de la vanguardia anglosajona como un invitado algo despistado, servicial y entusiasta, a quienes los protagonistas del evento parecen querer quitarse de encima cuanto antes. Fue un personaje, además, desconcertantemente ubicuo. En los inicios de su carrera le vemos escribiendo novelas a cuatro manos nada menos que con Joseph Conrad, y al final le encontramos hablando con Robert Lowell en Nueva York.La primera obra de Madox Ford fue The Brown Owl (1891), un cuento de hadas que fue ilustrado por su abuelo y que se publicó cuando el autor tan sólo tenía dieciocho años. En 1894 se casa con Elsie Martindale, y aunque el matrimonio fue infeliz y terminó en 1908, Ford nunca se divorció de ella. De carácter problemático, los escándalos alrededor de su figura (tuvo una aventura con la hermana de su esposa), el ostracismo social, su naturaleza enfermiza y los problemas financieros llevarían al autor a una crisis nerviosa en 1904.A finales de 1890 Madox Ford conoce a Joseph Conrad, con el que colaboró en las novelas Los herederos (1901) y Romance (1903). La utilización por parte de Conrad de la técnica del personaje narrador-mediador impresionó profundamente a Ford, lo que le llevaría a usar esta técnica más tarde en El buen soldado. En 1905, Madox Ford publicó The soul of London, una obra experimental en la que trató de capturar el espíritu de la gran ciudad a través de percepciones impresionistas. Sin embargo, el primer gran trabajo de Ford fue la trilogía La quinta reina, basada en la vida de Catherine Howard, quinta esposa de Enrique VIII, y que apareció publicada entre 1906 y 1908.En 1908 fundó The English Review, donde publicó la obra crepuscular de victorianos tardíos como Thomas Hardy, H.G. Wells, Henry James o John Galsworthy y donde al mismo tiempo descubrió a autores como D.H. Lawrence, Norman Douglas o Wyndham Lewis. Su papel como editor fue crucial a la hora de consolidar nuevos movimientos literarios como el modernismo anglosajón. En 1920 contribuyó a editar una nueva revista, The Transatlantic Review,  y en aquella misma época, haciendo gala de su mencionada ubicuidad, vive una temporada en el barrio de Montparnasse, alternando con Joyce, Hemingway, Gertrude Stein, Ezra Pound o Jean Rhys, y a todos los cuales publicaría. Quizá esa labor editorial y ese espíritu de patrocinio hayan contribuido a ensombrecer de alguna manera su propia, genuina y a ratos asombrosa contribución a la narrativa de su tiempo. Su obra es el trasunto perfecto de su propia condición de victoriano gratamente trastornado por la emergencia de las vanguardias.A los cuarenta y dos años, Madox Ford publicó una de sus obras más conocidas, El buen soldado (1915), novela corta ambientada en los años previos a la Primera Guerra Mundial en la que narra las tragedias en las vidas de dos parejas aparentemente idílicas mediante el uso de complicados saltos temporales y cambios de punto de vista, técnica literaria de la que este autor fue pionero y que ha servido de influencia a obras como Molloy (1951), de Samuel Beckett, o En el corazón del país (1977), de J.M. Coetzee.Entre 1924 y 1928 apareció el trabajo más ambicioso de Ford, la novela de cuatro volúmenes El final del desfile, que ahora publicamos y donde el autor utilizó la misma técnica narrativa que ya había explorado en El buen soldado. Tanto en esta tetralogía como en El buen soldado, el autor refleja la confusión y desesperación de la aristocracia inglesa ante los profundos cambios que para ella supuso la llegada del siglo XX.La última década de la vida de Ford Madox Ford estuvo dividida principalmente entre los Estados Unidos y el sur de Francia. Al final de su vida vivió con una artista estadounidense mucho más joven que él, Janice Biala. En 1937 pasa a ser profesor visitante de la Universidad Olivet en Michigan, donde empezó a planear su última obra, The March of Literature (1939). Escrita para el público lector en general, la obra exploraba la historia de la literatura, empezando por el antiguo Egipto y China, hasta llegar a los tiempos modernos. La primera mitad del libro fue escrita durante el verano de 1937 en Michigan, donde permaneció con sus amigos Allen y Caroline Tate. Después se marcharía con Janice Biala, su última pareja, a París y después de su regreso a Michigan, en abril de 1938, terminó su obra.Ford Madox Ford murió en Deauville, Francia, el 26 de junio de 1939.

Obras asociadas
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