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Un perdón a medio camino

Por 11 de enero de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

El pedido de perdón que Ratzinger formuló por tantos casos de abuso de menores en el seno de la Iglesia obtuvo eco en los medios de todo el mundo. Se lo consideró un gesto positivo, por lo menos en nuestros países hispanoparlantes, donde los hechos de la Iglesia jerárquica sólo suelen producir titulares por su empecinamiento en seguir determinando las vidas de todos los ciudadanos, creyentes o no. Basta con ver los diarios españoles de las últimas semanas, o los argentinos de los últimos dos años.

Todo pedido de perdón sincero es un gesto valioso. Aquí en la Argentina todavía estamos esperando que los militares de los 70 pidan perdón por sus crímenes, en lugar de seguir pretendiendo que fueron héroes secuestrando gente o envenenando a otra para cubrirse las espaldas al más puro estilo de la mafia. Y tampoco estaría de más un pedido de perdón de la Iglesia argentina. Muchos de los jerarcas de aquellos años fueron cómplices de los crímenes, por acción y también por omisión. Así que lo del pedido de perdón de Ratzinger vale, pero valdría más si estuviese acompañado por dos acciones que, de producirse, demostrarían que el mea culpa es honesto. En primer lugar, acompañar el pedido de perdón con una política que sea implacable en caso de denuncia de abusos. Durante las décadas más recientes, la política general de la jerarquía eclesial fue la de esconder el crimen y, en el peor de los casos, trasladar al acusado a otra diócesis -donde por supuesto, abundaban las nuevas víctimas potenciales.

La segunda decisión vital sería la de revisar la obligación del celibato en el clero. Es evidente que un estilo de vida tan antinatural como compulsivo tiene mucho que ver con las prácticas sexuales non sanctas a las que Ratzinger pretende hacer frente. Dirán los católicos ortodoxos: el celibato no puede revisarse, en tanto forma parte del dogma. A lo que respondemos: formalmente sí, aunque se trate de uno de los aspectos más endebles, por indefendibles, del dogma. En todo caso se trata del dogma que la Iglesia se dictó a sí misma -por lo cual es humano, y por ende falible, como tantas otros modos y creencias de la Iglesia que debieron ser revisados con el transcurso de los siglos-, y no de un dogma establecido como tal por Cristo mismo. En los Evangelios, Jesús presenta la opción de dejarlo todo para seguirlo, pero nunca dice que los únicos que pueden ser considerados sus representantes serán aquellos que así lo hagan.

La única forma de demostrar la sinceridad de un pedido de perdón es la adopción de medidas para que lo que ocurrió no vuelva a repetirse.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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