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Sobre la semilla de la vocación (2)

Por 20 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Marcelo Figueras

Ya por entonces trataba de ponerme a prueba. Escribía cuentos, empezaba novelas siempre inconclusas, dibujaba historietas, fabricaba libritos ilustrados que vendía entre parientes y conocidos de mis padres. Hice una adaptación de Hamlet para representar con amigos en el patio de mi casa. En séptimo grado -tenía once años- escribí y dirigí mi primer cortometraje, una aventura absurda que mezclaba personajes de historias variopintas (James Bond venía de la literatura y del cine, Dennis Martin de la historieta, Brett Sinclair y Danny Wilde de la TV) con la misma naturalidad con que hoy me manejo -¡acabo de darme cuenta!- para saltar de un soporte narrativo a otro. Así es como es: nunca sentí la necesidad de optar artificialmente por la literatura en oposición a la historieta, o por el cine en lugar de la TV. ¡Lo que a mí me importaba era contar historias en todas partes!

         Durante la secundaria sufrí una extraña mezcla de vergüenza y de éxtasis cuando un profesor leyó un cuento mío en voz alta, delante de todos mis compañeros. (Era una historia de ciencia ficción; creo que por entonces andaba en mi fase Bradbury circa Crónicas marcianas.) Otro profesor de Lengua, el español Andrés Pérez, ofrecía oportunidades para levantar la calificación a todos aquellos que hubiesen leido un libro por propia iniciativa y se sintiesen dispuestos a conversar sobre el asunto; como los puntos de más no me venían nada mal (lo admito: nunca logré identificar los tiempos verbales por su nombre propio, ¿cuál de todos los pasados posibles es el pretérito pluscuamperfecto?), yo aprovechaba cada ocasión de presentarme a hablar sobre mis lecturas. Y el pobre Andrés me oía perorar sobre novelas de Ian Fleming, de Dumas y de Edgar Rice Burroughs y al final, casi derrotado, me preguntaba si no pensaba leer alguna vez algo más serio. Somos nuestra historia, indefectiblemente: ¿a quién le va a extrañar que me sigan gustando tanto los géneros populares?

 

(Continuará.)

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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