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Palestina hecha cuadritos

Por 27 de agosto de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Hace ya mucho que la historieta se consagró como una modalidad artística tan digna de validación como la pintura, la literatura y el cine. (Cuyos recursos narrativos, dicho sea de paso, combinó para crear un medio nuevo.) Lo que resulta reciente es su incursión en otros territorios, por ejemplo el de la historia y el del periodismo.

El triunfo de Maus, de Art Spiegelman, no fue sólo artístico. Publicada en dos partes entre 1987 y 1991, Maus contaba un hecho de la Historia con mayúsculas –el genocidio de los judíos a manos de los nazis- empleando recursos típicos de los comics: allí los judíos eran ratones y sus victimarios gatos. Pero Spiegelman intercalaba además el relato con los recuerdos de su infancia, marcada por un padre que escapó del Holocausto por los pelos. (La parte en que el ratoncito Art dice que él creía que todos los padres se despertaban por las noches aullando en plena pesadilla, me marcó para siempre. Me apropié de la experiencia para prestársela a Miranda, la niña de La batalla del calentamiento, cuya madre también había escapado por los pelos de un genocidio que conozco de cerca.) Spiegelman acercó la historieta al género de las memorias, que los comics todavía no habían explorado, y a través del prisma de su experiencia se permitió hablar del mundo que nos tocó en suerte. Después de Maus, ya nada fue lo mismo.

Desde entonces han sido muchos los que utilizaron el medio para narrar historias reales, a veces autobiográficas, siempre políticas. Mencionaré apenas dos ejemplos: uno del propio Spiegelman, In the Shadow of No Towers, que recrea la forma en que vivió el ataque a las Torres Gemelas y sus consecuencias; y también Persépolis, de Marjane Satrapi, que narra la infancia de la autora en Irán después de la revolución. (La serie prosiguió hasta Persépolis 4, con Satrapi hablando de su regreso a Irán y su posterior exilio en Francia.)

La que cayó en mis manos estos días es una obra casi contemporánea de Maus: se llama Palestine y su autor es Joe Sacco. Nacido en Malta y criado en los Estados Unidos, Sacco es un autor indefinible. Parte periodista a lo Seymour Hersh, parte historietista a lo Robert Crumb, Sacco merecería ser descripto como un novelista a secas, con la peculiaridad de que además de escribir dibuja sus historias –y de que además habla de historias reales, que sólo puede contar involucrándose personalmente con los hechos y con sus personajes. En Safe Area Gorazde, elegida por la revista Time como el mejor comic del año 2000, Sacco cuenta sus viajes a Bosnia después de la guerra. Palestine describe los dos meses que Sacco pasó en los territorios ocupados durante la primera Intifada, entre fines de 1991 y 1992.

Su modalidad de trabajo es la del periodista e historiador: Sacco va al lugar de los hechos, realiza entrevistas y toma fotografías. El comic resultante de la investigación y de la experiencia humana está narrado en primera persona. Sacco es uno más de los personajes, nunca en el papel protagónico pero incluyéndose en los cuadros para que su subjetividad no resulte escamoteada: quiere que quede claro que está contando lo que él ha visto, y por tanto nadie le puede discutir. A menudo incluye comentarios irónicos en medio de situaciones espesas, tratando de ponerse a salvo a la vez que piensa que lo que le está pasando le vendrá bien al comic que planea crear.

El resultado es poderosísimo. Palestine es el relato más acabado que conozco de la vida en los territorios ocupados. En buena medida por el peso de las historias que refiere, pero también por el dibujo detallista que nunca excluye el humor, Palestine es el libro que hay que leer si uno quiere saber qué significa –y a qué precio- existir en ese lugar doliente del planeta. La secuencia de páginas en que describe el proceso a que se somete a un palestino detenido es escalofriante: los dibujos son simples y los cuadritos son iguales entre sí, otorgándole a la página un look rutinario en que la única rutina es la de la tortura. (El episodio se llama, de acuerdo al eufemismo que se emplea oficialmente, Presión moderada.)

Yo estuve allí en el año 2000, a comienzos de la segunda Intifada. Leyendo Palestine sentí que había vuelto al lugar sin moverme de casa. (Al igual que Sacco y que tantos periodistas que deben haber pasado y pasan por allí, yo también esquivé balas mientras pensaba qué bonita quedaría la historia que escribiría… si sobrevivía, claro.) La elocuencia con que Palestine me transportó al lugar tan amado como sufrido es testimonio del poder de la historieta como medio –y también del talento de Joe Sacco, un autor al que les recomiendo vivamente.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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