
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
El destino del ‘muchacho’ que protagoniza Blood Meridian es anticipado, a modo de profecía, al promediar la novela, cuando a consecuencia de un acto de misericordia –el ‘muchacho’ es el único que se ofrece a ayudar a un herido que forma parte, como él, de la banda de Glanton-, aquel a quien McCarthy llama ‘el ex sacerdote’ le vaticina:
“Tonto, le dijo. Dios no te amará para siempre… ¿No sabes que te llevará con él? Te llevará, chico. Como una novia al altar”.
Este acto de simple caridad pone al ‘muchacho’ en la mira del juez Holden, lo vuelve singular ante sus ojos. Holden está convencido de que este mundo no pertenece a aquellos dispuestos a imitar la perfección del padre ausente, sino a aquellos que expresan la frustración que entraña su orfandad.
Más adelante, cuando la banda de Glanton es diezmada y sólo sobreviven unos pocos, ‘el muchacho’ pierde –con deliberación, se sugiere- la oportunidad de matar a Holden. Esa es su debilidad, le enrostrará el mismísimo juez poco después, cuando lo encuentre en la cárcel y lo acuse de ser responsable del fin de Glanton & Co. Del mismo modo que al comienzo, cuando difamó al sacerdote con mentiras que nadie cuestionó, Holden dice a las autoridades que ‘el muchacho’ conspiró con los indígenas para acabar con Glanton, y merece por tanto la horca.
A continuación le explica la razón por la cual lo traiciona de esa manera. En esencia, el juez está devolviéndole la traición que cree haber recibido de su parte. “¿Acaso no sabes que te habría amado como un hijo? …Hablé en el desierto para ti y sólo para ti e hiciste oídos sordos. Si la guerra no es sagrada el hombre no es más que arcilla antigua… Lo que une a los hombres, dijo, no es compartir el pan sino compartir los enemigos… Nuestras animosidades ya estaban formadas y esperando incluso antes de que nos encontrásemos”.
A pesar de que las palabras suenan portentosas, como siempre en boca del juez, lo que Holden plantea al ‘muchacho’ es simple: este no es un mundo para los que determinan sus actos ateniéndose a una moral que parte de la igualdad esencial entre los hombres, para los que sienten piedad por sus congéneres, para los que prefieren compartir el pan a matar. Es, más bien, un mundo para aquellos que no encuentran nada sagrado más allá de la violencia. Holden le ha ofrecido al ‘muchacho’ una oportunidad dorada: la de matar al Padre que lo ha convertido en lo que es –es decir, él mismo.
Pero ‘el muchacho’ se ha negado a hacerlo. Lo cual no deja más que una única salida al drama que han venido interpretando, ese rito que viene oficiándose desde el comienzo de los Tiempos: no existe otra opción, o Zeus mata a su padre Kronos para evitar ser muerto por él, o Kronos hará lo que siempre ha hecho –esto es, devorarse a sus hijos.
El final, de una ambigüedad sublime, llega mediante un recurso al que McCarthy volvería en No Country for Old Men: en el momento clave, donde la situación entre protagonista y antagonista se resuelve, el escritor aparta la vista y un testigo sólo atina a decir Good God almighty, la frase que juega el mismo rol de the horror, the horror en este otro corazón de las tinieblas.
No porque McCarthy sienta prurito alguno, eso está claro. El narrador se ha pasado la novela entera describiendo situaciones horrendas sin siquiera parpadear. Más bien lo hace, intuyo, por una de estas dos razones o por las dos a la vez (yo también estoy indeciso al respecto, como aquel personaje respecto de Holden): para plantear que lo que ocurre es todavía más abominable que lo que ya se ha mostrado, y por lo tanto es literalmente inenarrable; o para escamotearle al lector la sensación de un final, la catarsis tranquilizadora, de modo de establecer que la historia no termina allí, en las páginas finales, del mismo modo en que está lejos de terminar aquí, en nuestras propias vidas.
El enfrentamiento entre los que sienten empatía por sus congéneres y los que practican la Danza de la Muerte sigue ocurriendo a diario, tal como las noticias lo demuestran.
Por muchos motivos, pero también por éste, Blood Meridian de Cormac McCarthy es una novela llamada a perdurar.
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Les pido disculpas por haberlos abrumado todos estos días con mi obsesión por Blood Meridian. Pero me pareció que se trataba de ese objeto tan inusual, un libro verdaderamente importante; y quise tratarlo con el respeto que la dimensión de la obra me inspiraba. Al mismo tiempo necesitaba hacerlo para tratar de entender por qué la novela me asolaba tal como lo hacía, incluso durante mis sueños. Quizás por deformación profesional, a menudo no termino de descular ciertos temas, o problemas, hasta que escribo sobre ellos: es mi mejor manera de pensar.
Por lo demás debo decir que me resultó muy útil el debate que sobre el libro iniciaron cuatro periodistas del blog The A.V. Club, y que pueden consultar a través de este link: http://www.avclub.com/articles/blood-meridian-leonard-pierces-comments,28893/. La idea del espacio es muy sencilla -¡discutir libros!-, y al visitarlo me di cuenta de que realmente hacía falta un sitio así.