
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Quiero compartir la alegría que me produjo la noticia de que Andrés Neuman ganó el premio Alfaguara, por su novela El visitante del siglo. Como escribí aquí mismo hace algún tiempo, Andrés resume en su persona características que van juntas tan sólo de manera muy ocasional: la de ser un escritor magnífico, al tiempo que un hombre sensible y encantador.
Todavía no leí El visitante del siglo, aunque Andrés me habló de ella brevemente en Ecuador (donde nos conocimos, aunque suene absurdo, al mismo tiempo que conocimos a Mayté y a Eduardo Varas y a todo ese grupo delicioso de Guayaquil) y aquí en Buenos Aires, durante uno de sus últimos viajes. Pero leí Bariloche y Una vez Argentina y Alumbramiento, por lo cual no tengo duda alguna de que El visitante del siglo será puro placer de la primera página a la última. Que premien a alguien que uno quiere siempre es una satisfacción, pero lo es mucho más cuando uno intuye que el premio es merecidísimo.
Andrés querido, ayer cuando me enteré (vía comentario de Mayté en este mismo lugar) me puse a escuchar Beatles a lo loco con mi hijo de seis meses. No se me ocurrió mejor manera de celebrar(te).