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Los libros que me hicieron así 2: Hamlet

Por 13 de febrero de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Nunca frecuenté el teatro: lo mío fueron siempre las novelas, las historietas, la TV, el cine, la música. Y sin embargo Hamlet me fascinó siempre. Todavía estaba en edad escolar cuando hice una adaptación (la recorté para darle dimensiones humanas), pensando en representarla en mi casa con amigos, para un público compuesto por nuestros padres. Imagino que por aquel entonces lo que me llamaba la atención era el prestigio y la profundidad insondable del to be or not to be. La obra de William Shakespeare era la cima del cánon occidental y yo quería ser culto desde chiquito, aun cuando no fuese más que un crío de clase media lleno de pretensiones -que es lo que sigo siendo, a fin de cuentas.

Ya era adolescente cuando vi en la Lugones una versión para TV protagonizada por Derek Jacobi que me encantó. Revisando los extras del DVD del Hamlet de Kenneth Branagh -la única adaptación al cine que incluye el texto completo, bordeando las cuatro horas y media de duración-, descubrí que Branagh se había enamorado de Hamlet viendo la misma, vieja versión. Hoy no me atrevería a verla otra vez por miedo a la decepción. Desde entonces, todos los Hamlet que presencié me decepcionaron. Aquel con Alfredo Alcón en el Teatro San Martín, el de Laurence Olivier, el de Mel Gibson (la ‘locura’ del personaje se parece demasiado a la del Riggs de Lethal Weapon), la versión contemporánea de Ethan Hawke y esta enciclopédica de Branagh: ninguna me satisface del todo, algunas me resultan hasta abominables. Lo más cerca que estuve de ver un Hamlet que me conmoviese fue durante la entrevista que James Lipton le hizo por TV a Ben Kingsley. En medio de una respuesta, Kingsley se puso a decir el parlamento en que Hamlet da recomendaciones a los actores. Lo hizo tal como yo me imagino que debe hacerse: no como quien recita un texto reverenciado, sino como quien lo va creando a medida que habla -así como hablan ustedes, así como hablo yo. Siempre lamentaré no haber tenido la oportunidad de ver la interpretación de Kevin Kline y de Daniel Day Lewis -que, según cuenta la leyenda, abandonó el escenario al ver el fantasma de su propio padre, el poeta Cecil Beaton Lewis, y ya no volvió a pisarlo.

¿Quién es Hamlet? La encarnación de las potencias más sublimes a que puede aspirar un ser humano. (Este es un problema serio para los actores que lo interpretan: nada más difícil de actuar que la inteligencia verdadera y el genio creador.) Otra vez: ¿quién es Hamlet? Un gigante con pies de barro, al que todos sus dones no logran salvar de la tentación de la violencia. Pudiendo haber sido un hombre nuevo -la clase de salto cualitativo que la especie todavía no ha logrado dar, desde entonces-, terminó siendo otro hombre viejo: a la manera de su padre, el primer, brutal Hamlet, se convirtió en un guerrero más. Cuando en el acto final Fortimbrás ordena que pongan su cadáver sobre el escenario "como un soldado", y que la música militar y los ritos de guerra hablen por él, lo que está decretando es su derrota más profunda. Hamlet pudo ser más que soldado, que rey: pudo ser artista -y sacrificó su vocación en aras de la venganza.

Las ficciones que más nos moldean son aquellas que nunca dejan de interpelarnos. Como tantos otros, a sabiendas o no, yo he tratado de ser Hamlet en su gloria y también de no sucumbir donde sucumbió; supongo que seguiré intentándolo mientras viva. El resto es silencio.  

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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