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Las aventuras del lector de ‘Augie March’ (2)

Por 21 de octubre de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

En aquellos relatos que aspiran a ser Gran Novela Americana, las búsquedas externas de sus personajes operan como reflejo de una búsqueda interior. En el caso de Augie, aun cuando anda por la vida como canto rodado (otro aspecto en que la novela se distingue de sus competidoras: en la libertad de su narración), la búsqueda del protagonista es pura y exclusivamente interna, siempre. Volviendo a Amis: ‘Si (Augie) tiene un destino de llegada, se trata de una parada a la que habría que llamar Consciencia Total’. Augie quiere saberlo todo, entenderlo todo. Un trabajo que, por cierto, no es menor que el de los cazadores de ballenas o los aspirantes a millonarios o los Holden Caulfield de este mundo. Muy por el contrario, se trata de ‘un trabajo duro, duro, excavación y paleando, en la mina, haciendo el topo a través de túneles, lanzando, empujando, moviendo piedra, trabajando, trabajando, trabajando, trabajando, trabajando… Y nada de este trabajo se percibe desde fuera. Se hace por dentro’.

Augie aspira a la clase de consciencia omnicomprensiva de los más grandes personajes de Shakespeare, o mejor: a la del mismo Shakespeare, que lo sabía todo porque se había probado la piel de todos. ‘¿Dónde están todos?’, se pregunta Augie para responderse de inmediato: ‘Dentro de tu pecho y de tu piel, la totalidad del elenco’. Una tarea que inevitablemente encuentra su eco en el estilo del escritor, que se apropia del lenguaje literario y del de la calle, del inglés y de todas las voces inmigrantes, de la cadencia decimonónica y del jazz para inventar algo nuevo, una voz en la que -otra vez- todos caben: el sueño democrático americano hecho lenguaje.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_escritor_estadounidense_saul_bellow_med.jpgEn una entrevista publicada por la revista Bostonia en 1991, Bellow habla de la paradoja que significó en su momento que los escritores americanos posteriores a la Gran Guerra apostasen a la vanguardia, imitando a los simbolistas y a la literatura europea del momento. ‘Yo creo que The Adventures of Augie March representó una rebelión contra el arte que apostaba un público selecto y contra las limitaciones que esta elección conllevaba. Mi verdadero deseo era llegar a todos’, dijo entonces Bellow. A cincuenta y cinco años de su publicación, The Adventures of Augie March sigue siendo una novela que no esconde la más grande de las ambiciones: la de llegar a todos sin renunciar a nada. Dickensiana, profundamente musical -quizás sea la primera novela con pasajes que suenan al be bop que florecía por entonces en las cavernas del jazz-, creadora de lenguaje, impenetrable de a ratos y lírica siempre, Augie March es de esas novelas que ya no se escriben (la literatura ha vuelto a conformarse con ser un arte para público selecto) y que, precisamente por eso, se vuelve imperioso volver a escribir.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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