
Eder. Óleo de Irene Gracia
Marcelo Figueras
Desde que HBO lo emite, no he pescado Spectacle: Elvis Costello with… más que un par de veces. Conducido por el cantante y compositor en el (todavía incómodo) rol de anfitrión, es de esos programas –como el de las entrevistas del Actor’s Studio- en los que uno sólo se queda si el músico le interesa.
Yo me quedé con Lou Reed y con Rufus Wainwright. Pero también pasaron por allí Elton John (que además es uno de los productores del ciclo), y Tony Bennett, y The Police, y Bill Clinton (¿). La idea es que Costello abre el programa interpretando un tema del invitado, se conversa un rato y finalmente regresan todos a escena para que ocurra la música.
Durante el programa con Rufus salió a colación el nombre de Jeff Buckley, uno de mis cantantes favoritos, a quien ambos llegaron a conocer poco antes de que muriese arrastrado por el río Wolf en 1997. La anécdota que Rufus contó fue tan frívola como su persona pública (aclaro que su música me gusta mucho, y que hasta tengo el DVD Rufus Does Judy at Carnegie Hall, con el concierto en que cantó el repertorio de Judy Garland), pero Elvis contó algo que me conmovió. Los detalles se me escapan ahora, pero espero que la esencia del asunto quede intacta.
Costello dijo que se había cruzado con Buckley en el festival Meltdown. Y que lo recordaba al asistir a la prueba de sonido, sin siquiera afeitarse y vestido con la mayor informalidad. Según Elvis, Buckley comenzó a cantar acompañado por una pianista que le habían asignado para la ocasión. Seguramente se trataba de una profesional, pero de todos modos, en presencia de la voz de Buckley, la mujer se olvidó de tocar. Tanta era la belleza que salía de esa garganta (un sonido de otro orden), que la pianista dejó atrás su experiencia y sus diplomas y se vio reducida a la condición de niña embelesada –como en un principio, cuando la música era para ella magia pura.
Cualquiera que haya escuchado la voz de Buckley sabe que la historia suena verosímil.
En estos días estoy disfrutando (muy pero muy lentamente, porque Jeff ya no puede producir nueva música y es válido estirar el goce del descubrimiento) Sketches for ‘My Sweetheart the Drunk’, la colección de grabaciones y demos en preparación para lo que iba a ser su segundo disco –que se fue con el río. Por lo cual volveré sobre el asunto dentro de poco.
Por el momento, estos Sketches son para mí puro placer.