Skip to main content
Blogs de autor

La luz del Negro

Por 23 de julio de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

No puedo verter más loas sobre el Negro Fontanarrosa de las que ya difundieron los medios internacionales en estos días, a pesar de que ni siquiera esa avalancha le hace justicia. Me gustaría sin embargo comentar dos pequeñas cuestiones. En primer lugar, la admiración que me despiertan los lazos que supo generar con su público. Su popularidad indiscutible y la sencillez que destilaba en persona no deberían ocultar el hecho de que el Negro fue lo que yo considero un tipo muy culto: sólo puede recrear lenguajes y modalidades narrativas aquel que los conoce muy bien, y Fontanarrosa parodió y subvirtió desde adentro el policial, la gauchesca y tantos otros géneros y subgéneros precisamente porque se los sabía al derecho y al revés. Quiero decir: pudiendo haber aprovechado su sapiencia para dibujar y escribir algo pretencioso –cosa que estaba a su alcance, insisto-, Fontanarrosa no hizo nunca nada que no estuviese próximo a su corazón. Las personas que tienen una noción tan clara de sí mismas me resultan sanamente envidiables. Y los artistas que saben emplear su talento de una forma tan sabia me parecen una gloria. Fontanarrosa era ambas cosas. Me saco el sombrero ante su dimensión, que hace algunos meses describí en esta columna como genial, y punto.

La segunda cuestión está muy vinculada a la primera. Más allá de la tristeza que implica su muerte temprana, no pierdo el registro de que en los últimos tiempos Fontanarrosa recibió el premio más grande a que puede aspirar artista alguno: el calor y el afecto de miles de personas que con la palabra, la sonrisa y el abrazo le demostraron a diario su agradecimiento por todo lo que había hecho en vida. Al menos en mi opinión, no hay galardón académico ni económico ni mejor distinción que el amor de la gente, y eso Fontanarrosa lo recibió a manos llenas. No existe nadie a quien le ocurra algo similar de manera inmerecida, y el Negro estuvo muy lejos de ser la excepción: nos hizo reír y pensar y gozar tanto, que se merecía todos los mimos del mundo.

Cuando las noticias de la muerte de Dickens llegaron a América, Longfellow escribió: “Nunca supe del deceso de un autor que causase un dolor tan generalizado. No es exagerado decir que el país entero ha sido golpeado por la pena”. Durante los dos días que siguieron a su entierro en la abadía de Westminster, la gente hizo cola para saludar su tumba y dejar ofrendas florales que, según su hijo describió, muchas veces estaban atadas por jirones de tela que parecían arrancados de los ropajes de los penitentes. A nadie le sorprendió el detalle: con su arte Dickens había logrado conmover hasta a la gente que habitualmente no tenía acceso a la cultura que se pretende escrita con mayúsculas. Sin intención de comparar sus obras, puedo decir que Fontanarrosa pulverizó igualmente las barreras que tantas veces separan al arte de la gente, barreras que siempre consideré artificiales y reaccionarias: a nadie debería privárselo de la posibilidad de disfrutar de la belleza en cualquiera de sus encarnaciones, por más que no le alcance el dinero para comprar un libro –o incluso un diario.

Mis respetos para el maestro. En medio del dolor, no puedo dejar de alegrarme ante la cosecha de amor que recibió en buena hora.

……………………………………….

Vaya además mi sentimiento para la familia Polanco, a través del océano que nos separa. 

profile avatar

Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

Obras asociadas
Close Menu