Marcelo Figueras
En mi carácter de aficionado a la creación más popular de Sir Arthur Conan Doyle (al punto de haberme preocupado, durante mi primer viaje de juventud a Londres, de visitar religiosamente el 221 de Baker Street, y de tener un ejemplar de las aventuras completas, con las ilustraciones originales de The Strand, siempre al alcance de mi mano), me veo en la necesidad de decir lo siguiente: el Sherlock Holmes de Guy Ritchie y Robert Downey Jr. –sería injusto no socializar la creación- me deparó dos horas de maravilloso entretenimiento.
Habrá quien diga que esta versión del más célebre detective de la historia se aparta demasiado del original, o cuanto menos del estereotipo que nos hemos habituado a asociar al personaje. Al menos en mi opinión, el Holmes que encarna Downey Jr. conserva suficientes puntos de contacto con la criatura de Conan Doyle para permitirme aceptar que se trata del mismo Holmes; en cualquier caso, no veo que exista más distancia entre uno y otro de la que hay entre el Batman creado por Bob Kane y el enmascarado del Dark Knight de Frank Miller o el de Christopher Nolan.
En segundo término, el Holmes de Ritchie-Downey Jr. funciona perfectamente en los términos que la película propone. Una vez superado el extrañamiento de ver al detective que siempre asociamos con la pura actividad cerebral abocado a una pelea clandestina por dinero, o corriendo por las calles de Londres a lo Indiana Jones, no nos queda más que admitir que el personaje en sí mismo tiene una lógica inapelable dentro de los confines de la película. Puesto de otra manera: ese Holmes no será el Holmes que muchos prefieren, pero al menos para mí es un Holmes dignísimo para los tiempos que corren.
Confieso que iba preparado para lo peor. Sin embargo no pude dejar de disfrutar. Me encantó la actuación maníaca y llena de humor de Downey Jr., el Watson de Jude Law (tan diferente del médico torpe y tontorrón que se asoció a Watson desde el Nigel Bruce que acompañaba al magnífico Basil Rathbone en las viejas películas), la Irene Adler de Rachel McAdams. Me fascinó la Londres clásica revisitada por Philippe Rousselot. Hasta la trama principal, que los medios adscribían de manera acrítica a una conspiración impulsada por la magia negra (¡algo tan poco holmesiano, aunque tan conandoyleano, como el ocultismo!), es en realidad otra cosa y conecta aquel mundo ficticio con este mundo presente: ¿o acaso no vivimos en sociedades que apelan a manejarnos por la vía del miedo?
Como era esperable tratándose de quien se trata, Guy Ritchie concibió un Holmes más callejero y carnal. Habida cuenta de que en general los personajes de sus películas son poco más que idiotas, reconozco que hizo un buen trabajo con este detective que sigue siendo paradigma de la inteligencia humana.
La noticia de que Downey Jr. se bajó de la peli Cowboys & Aliens para concentrarse en la próxima de Holmes es, al menos para mí, una buena noticia. Protagonistas para esa otra peli habrá muchos (de hecho estaban negociando ya con Daniel Craig), pero Holmes, al menos hoy, hay uno solo.
Esperaremos la irrupción de Moriarty, pues.