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Insensatez

Por 7 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Marcelo Figueras

Poco después de casarme por primera vez, una amiga me regaló una gata siamesa. Le pusimos Marilyn, sin pensar que los nombres tienen peso simbólico. Una noche de jueves –hablo de la segunda mitad de los años 80-, mientras cenábamos viendo División Miami (les avisé que se trataba de los ochentas), la gata de meses saltó con la intención de pararse en el filo de la ventana. Por más gata que era, calculó mal. Y siguió de largo. Cayó la altura de dos pisos de apartamento viejo, golpeando el suelo con la cabeza. Cuando la rescaté sangraba por los ojos.
    El veterinario hizo lo que pudo. Le conectó una vía de suero y me recomendó que no alentase muchas esperanzas. Mientras aguardaba la reacción de Marilyn, me preguntaba: si se puede sufrir con esta intensidad a causa de un animal al que casi no se conoce, ¿cómo sufrirá uno en caso de que el lastimado sea su propio hijo?
    La gata se recuperó, aunque nunca del todo. De cualquier forma, la pregunta que me azuzó aquella noche se quedó conmigo. A veces pienso que tuve hijos tan sólo porque logré ignorarla, porque el impulso de vida y de amor fue más fuerte, o cuanto menos más sagaz, que la lógica inapelable del interrogante.
     El sábado pasado se nos cayó Bruno de la manera más tonta. De cabeza al suelo, desde la altura de una silla. Se marcó la cara, sangró por la boca. Todo indicaba que no había pasado nada grave, pero de todos modos lo llevamos a la guardia de un hospital. Allí le hicieron varias placas, que conservaré; en especial una que muestra de frente su cráneo pequeño y gracioso, con una mano que parece descender del cielo sobre él. (Mi mano, que lo sostenía para que no se moviese.) Como no había nada visible más allá de las escoriaciones, le preguntamos a la médica por lo invisible: si lo dejábamos dormir, por ejemplo, a pesar del golpazo en la cabeza.
    No pasó nada, por suerte. Pero esta tarde, cuando vi pasar a Bruno en brazos ajenos desde mi puesto frente al teclado, la facilidad con que resistí el impulso de levantarme a abrazarlo hizo sonar mis alarmas. Entonces recordé la anécdota de Marilyn, y me pregunté si el miedo que había experimentado ante el golpe de Bruno había levantado una barrera invisible entre él y yo; si el temor a perderlo no funcionaría como la excusa perfecta para conservarme a prudente distancia –tan lejos como fuese necesario para preservarme.
    Ahora voy a hacer save y a apagar este aparato para abrazar a mi hijo. Hay que ser insensato para privilegiar el amor por los otros a la autopreservación, y a mí me gusta creer que llevo mi insensatez con mucha elegancia.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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