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El paraíso de los nerds

Por 2 de octubre de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Marcelo Figueras

Finalmente pude ver la peli de Tarantino. Que aquí en España (sí, estaré saltando entre Madrid y Barcelona durante unos pocos días) se llama Malditos bastardos y en la Argentina Bastardos sin gloria. 

La verdad es que le tenía miedo. Kill Bill me había parecido una pavada y Death Proof una idiotez sin redención. Para colmo, que el amigo Quentin se metiese con la Segunda Guerra y la cuestión judía (Malditos bastardos imagina la existencia de algo parecido a un grupo terrorista judío que elige como blancos a los nazis) no constituía el mejor de los augurios. Si algo demuestran sus películas más valiosas (de Reservoir Dogs a Jackie Brown) es que a Tarantino el mundo real lo tiene sin cuidado.

Por fortuna, el amigo Quentin se toma el trabajo de establecer desde el vamos que lo que cuenta Malditos bastardos no es real y que aunque tome elementos históricos no ocurre en la Historia sino, más bien, en un universo imaginario al que habría que llamar Movieworld, o para ser más precisos, Tarantinolandia: un lugar entre fantástico y hostil donde sólo sobrevivirá aquel que sepa más cosas sobre el cine en general, y sobre determinados géneros en particular. La leyenda que abre el film lo pone en claro: ese érase una vez establece que lo que estamos por ver tiene la consistencia de los cuentos de hadas.

A partir de allí, lo que se narra tiene el mismo peso, y el mismo valor, de aquellas películas de la Segunda Guerra que tanto disfrutamos cuando niños. No, claro que no estoy hablando de La lista de Schindler: hablo de Los cañones de Navarone y de Doce del patíbulo. Películas de acción lisa y llana, que emplean los condimentos históricos para sazonar el guiso pero que no tienen más preocupación que la de entretener.

Alguien me dijo que Malditos bastardos es una película que defiende el accionar terrorista, y que dado que el film procede de Hollywood, esto entrañaría una buena noticia: la peli de Tarantino operando como una suerte de Caballo de Troya, desde el corazón mismo del imperio. Yo entiendo el razonamiento, pero creo que es dar por el pito más de lo que el pito vale. Para mí Malditos bastardos es una peli entretenida, infantil en la mejor de las acepciones, que no puede menos que producir delicia en los cinéfilos. Al fin y al cabo se trata de un film que reescribe la Historia desde el cine, con un poco más de gracia pero con el mismo propósito con que Rambo II reescribía la guerra de Vietnam: para que cierta gente se sienta heroica y victoriosa por algo que, por cierto, nunca se animó a hacer en el mundo real. El paraíso de los nerds.

Lo que hay que agradecerle a Tarantino es que haya sincerado sus propósitos. Creo que este hombre se convertirá en el ser más agradecido del mundo cuando la gente deje de verlo como un Autor (con mayúsculas, a la francesa) para mirarlo tan sólo como un entretenedor a la manera de sus ídolos. (Sin ir más lejos, Bastardos está llena de guiños a Sergio Leone, que se hizo famoso filmando westerns en Italia que no tenían más pretensión que la de homenajear al género divirtiéndose en el proceso.)

Vean Malditos bastardos y pásenla bien. Está llena de momentos divertidísimos. Por ejemplo el momento en que Aldo Raine, el personaje de Brad Pitt (más errolflynnesco que nunca) intenta hablar con acento italiano. Pero para mí, la mejor broma de todas pasa por la intención de hacer pasar a un ex crítico de cine, el teniente Archie Hicox, por un personaje heroico. Casi me caigo de la butaca de la risa…


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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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