Marcelo Figueras
He llorado millones de veces en el cine, pero esta es la primera vez que lloro viendo un trailer.
La película se llama Nowhere Boy, y me detuve porque había leído cosas muy auspiciosas sobre ella. Dirigida por Sam Taylor-Wood (ojo, que es una mujer), lo que cuenta es la adolescencia de aquel que terminó convirtiéndose en un nowhere man: John Winston Lennon de nacimiento, y más tarde John Ono Lennon por amor.
En esencia el trailer hace lo que todos: presentar el conflicto de la historia en breves imágenes. Pero supongo que hay algo en esa trama (el niño abandonado por su madre y criado por una tía estricta, el padre ausente, la reaparición de la madre cuando John tenía 16, su trágica muerte, la rebeldía inevitable y la canalización de esa energía en la música más maravillosa del último siglo) que reverbera en mí con dimensiones mitológicas.
Una de las cosas inteligentes que el trailer hace –siguiendo el derrotero del film, imagino- es tornar creíble lo increíble: que un actor joven (Aaron Johnson, que también protagoniza otra peli que tengo muchas ganas de ver: Kick Ass) que no se parece en nada a Lennon vaya metamorfoseándose en el personaje a medida que corren las brevísimas escenas. Al principio del trailer uno se siente escéptico: ¿será posible que una película triunfe donde tantas otras fracasaron y nos haga creer que estamos viendo a Lennon? Sobre el final de esos casi dos minutos, al menos a mí ya no me quedaban dudas. No porque Johnson hubiese acentuado el parecido físico mediante maquillaje y utilería, sino porque en efecto empieza a transmitir esa extraña, mercurial mezcla de soberbia y fragilidad, de humor y crueldad, de talento y de pathos que hizo de Lennon quien fue.
Se los dejo aquí, para que le echen un vistazo. Si son tan fanáticos de Los Beatles como yo, estoy seguro de que lo disfrutarán. (Esto también va para vos, Andrés Neuman.)
Qué ganas de ver esa peli…