Marcelo Figueras
La verdad es que la película Michael Clayton me decepcionó un poco. Son cosas que ocurren, en especial cuando uno ha leído críticas exultantes que al final juegan en contra: resulta difícil que la obra celebrada esté a la altura de las expectativas generadas por tanto adjetivo. Escrita y dirigida por Tony Gilroy, Michael Clayton está bien -una historia de abogados lidiando con empresas de esas que ganan billones a la vez que quebrantan huesos, a medio camino entre el thriller y la denuncia-, pero tampoco es, tal como leí varias veces por ahí, un filme a la altura del mejor cine norteamericano de los años 70.
Yo le encontré un error de guión que me sacó del relato. En un momento un par de asesinos profesionales, contratados por la empresa quebrantahuesos, toman una y mil precauciones para que el homicidio que están perpetrando parezca un suicidio. Les sale bien. Poco después, tratando de acabar con otro cabo suelto del juicio pendiente, los mismos asesinos deciden matar a otro hombre mediante el discretísimo expediente de… una bomba en su auto. ¿No era que todo debía parecer natural, para que la policía no se involucrase en investigación alguna? En ese punto del relato Michael Clayton deja de ser esa película ‘al estilo de los años 70’ de la que hablan por ahí para convertirse en puro Hollywood, permitiéndole al guionista-director la satisfacción del final feliz, con moño y todo.
Si algo tenían las películas de los 70 era una mirada implacable y sin concesiones al gusto medio. Cuando el personaje solitario la emprendía contra el sistema, la mayor parte de las veces terminaba mal como suele ocurrir en la vida real. (En ese sentido Michael Clayton está más cerca de otra peli titulada como su protagonista, Erin Brockovich, que de Los tres días del condor, por mencionar un filme dirigido por uno de los actores de Clayton: Sidney Pollack.) Pero ese corrimiento hacia expresiones más auténticas de la realidad también se reflejaba en el modo de narrar. La mayor parte de las pelis inolvidables de ese entonces no pueden ser definidas por un género estricto. ¿A qué género pertenece Taxi Driver? ¿Es un thriller o un drama social? ¿Qué clase de película es The King of Comedy? ¿A qué género pertenece El Padrino? ¿Cómo describir La conversación?
Todas ellas producían la extraña sensación de no parecerse exactamente a nada que hubiésemos visto antes. En cambio a Michael Clayton ya la vimos mil veces.
De todos modos seguimos apoyando a George Clooney ciento por ciento. El tipo tiene carisma, trompea a los directores que abusan de la gente, pone límite a los paparazzis, es inteligente, piensa bien y hace posibles películas que de otro modo no llegarían a filmarse, como Syriana y Good Night, and Good Luck. ¡El amigo George es lo mejor que le pasó a Hollywood en los últimos diez años!