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GROSSMAN

Por 17 de octubre de 2007 diciembre 13th, 2021 Sin comentarios

Jean-François Fogel

La lectura -imprescindible, imborrable, ineludible– de Vida y destino de Vasili Semenovih Grossman incluye un sentimiento extraño, casi único. Se trata de una novela que fue detenida. No su autor, lo que solía ocurrir en la Unión Soviética, sino la novela misma. Es imposible olvidar la historia del libro al descubrir la potencia fenomenal de su carga crítica. Sobrevivió por milagro. Tenía que recordarlo, la semana pasada, al escribir una pequeña celebración de esta obra maestra.

Se discute todavía hasta qué punto Vasili Grossman actuó de manera ingenua al someter su libro, en 1960, a los editores de la revista Znamia y al editor en jefe del periódico Novi Mir. Estrella del periodismo soviético, héroe nacional de su país, Grossman no podía ignorar los límites de la apertura iniciada a duras penas por Krutschov. Oficiales del KGB (la policía secreta) entregaron la respuesta en febrero de 1961 con una revisión completa de la vivienda del autor. Se llevaron el manuscrito, los borradores, las notas y hasta las cintas de la máquina de escribir del autor. Visitaron también las casas de los dactilógrafos y, por supuesto, confiscaron los manuscritos tanto de Znamia como de Novi Mir.

Caso único de un libro “detenido” por completo, con además una decisión casi definitiva: el Estado soviético “prohibía su lectura durante al menos los próximos 200 años”. No sirvió de nada una carta al propio Krutschov. “Tienen que soltar mi libro”, explicaba Grossman, denunciando así las limitaciones de su visión carcelaria y política.

En realidad, Grossman era un zorro. Había preparado otras dos copias para sus amigos Semion Lipkin e Yekaterina Zabolotskaya, sin informar a los oficiales del KGB. Lipkin, un poeta que murió en 2003, no se equivocó al leer la obra: le parecía imposible la publicación de la novela y además, según el, tenía mala puntuación, pero era de primer orden, era un monumento de la historia literaria. La guardó a pesar de pelearse con Grossman, esperando otros tiempos.

Años después, en la plena potencia del movimiento de los disidentes, fue Andrei Sakharov, el físico, que se dedicó a fotografiar el manuscrito. La extrema vigilancia que le dedicaba el KGB le obligó a utilizar a otro escritor, Vladimir Voinovich, para sacar en 1970 dos rollos de microfilmes a Ginebra, a la casa editorial “L’age d’Homme”. El libro se publicó por fin en 1980. Al descubrir la traducción al castellano hay que recordarlo: la existencia del libro es un milagro.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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