Lluís Bassets
No trataba de analizar sus posiciones o acusaciones, la verdad o la falsedad de sus demandas, o incluso la naturaleza de las emociones a las que apelaba. Estaba juzgando una actuación e incluso puntuándola, utilizando la terminología familiar del periodismo político. Esta ha sido una característica de la cobertura política desde hace tanto tiempo que ya no produce extrañeza y nadie puede imaginar que se haga de otra forma. La estructura de las frases y de los artículos pone el acento exclusivamente en la táctica y en la actuación. Este tipo de prosa se degrada imperceptiblemente y con la misma facilidad que un insípido vaso de agua con gas. Los lectores interesados en la política beben litros cada día sin aumentar peso. Y estos periodistas están en lo más alto de este juego.
Este párrafo que acaban de leer es una versión libre del texto publicado en uno de los blogs de New Yorker. He eliminado nombres y detalles que pudieran despistar al lector español. Quizás pueda servir para describir el trabajo realizado por muchos periodistas políticos en una campaña electoral. O en un debate parlamentario como el de ayer mismo, sin ir más lejos, ustedes verán. Para que quede clara mi posición al respecto, he preparado este texto a ciegas, el miércoles por la tarde, antes de leer la prensa del jueves. El blog de donde parte la versión libre se titula Tiempos Interesantes. El periodismo que se critica es tan ininteresante como el agua con gas que se ha quedado sin burbujas.
(Enlace con Interesting times de George Packer).