Lluís Bassets
Aunque a Sarkozy le gustan más las estrellas del pop que los intelectuales, su presidencia está saliéndonos de lo más literario. Yasmina Reza le convirtió en prematuro personaje literario en su narración ?Le matin le soir la nuit?. El gran pasticheur de la literatura francesa que es Patrick Rambaud ha escrito ya tres libros de crónicas jocosas sobre ?le roi Nicolas?. Descontando además la riada de libros y ensayos a favor y en contra que ha suscitado su todavía breve reinado. Pero el golpe literario del sarkozato lo ha proporcionado la vida, que siempre es más rica que la literatura, y nos ha trenzado como hacía Honoré de Balzac un novelón de dinero, poder, corrupción política y jueces alrededor de una herencia multimillonaria.
Italia produce siempre historias de mafiosos. En las Españas solemos tropezar con esos personajes listísimos que se buscan la vida como nadie, sean el Bigotes o Millet, Camps o De la Rosa, salidos todos de la picaresca. Francia, en cambio, la dulce y civilizada Francia, es elegante y culta incluso en sus historias más negras de corrupción y dinero.
Lo ha contado Jacques Julliard en Le Nouvel Observateur con elegante prosa periodística y acerada precisión de analista: ?Es en el momento en que la historia real toma la forma de la novela vivida cuando más se acerca a la verdad?. Su diagnóstico de raíz balzaciana no puede ser más preciso sobre "esta solidaridad universal entre el dinero a lo grande (le Gros Argent) y el Poder, que siguen siendo con Sarkozy, como lo fue con Luis Philippe, el alfa y omega del sistema".
Ahí va pues un argumento adicional para quienes niegan el pan y la sal a la invención literaria en nombre de la calidad intrínseca de la novela de la vida y de la exigencia periodística de contarla sin adornos. De momento, no hay que perderse ni un episodio de la herencia Bettencourt y de las sacudidas que el terremoto está produciendo en los cimientos de la República sarkozyana.
(Enlaces: con Mediapart, el site de Internet que está revelando los detalles más importantes del escándalo y que ya ha sido designado como culpable por los principales implicados; y con el artículo de Jacques Julliard donde nos da todas las referencias balzacianas, y algunas más, relacionadas con el escándalo Bettencourt).