Lluís Bassets
No se disputan ni critican mutuamente en público. Cuando uno no tiene más remedio que hacerlo, siempre se pacta previamente los términos de la disputa y de las críticas. Jamás se deja a un socio en ridículo. En caso de conflicto de intereses hay que buscar la conciliación. Si no hay conciliación posible, se busca una derrota que no sea humillante. El perdedor siempre debe tener una vía de salida, que le permita contar las cosas en casa sin perder la cara. Cuando se agota la negociación y sólo queda la pelea entre socios es el momento en el que se pone a prueba la solidez de la alianza. Las reglas de la amistad valen también para la disputa. Los buenos socios pactan los términos de sus diferencias, sus derrotas y sus victorias. Al final, salen todos ganando y las peleas nunca llegan a culminar.
Así han ido hasta ahora las cosas entre Israel y Estados Unidos, como mínimo en los últimos 35 años. No está claro, sin embargo, que así puedan seguir a partir de hoy. Ciertamente, es un sólido matrimonio, trabado por los bienes gananciales pero también habitado por fantasmas y tormentas. También alcanza el divorcio a los matrimonios más longevos y sólidos. La disputa en la que se han enzarzado incumple todas las reglas de la buena amistad. Así no se comportan los buenos socios. Barack Obama y Benjamín Netanyahu se han echado un pulso y, si no pactan una rápida y eficaz salida en la que ninguno de los dos pierda la cara, habrá un ganador y habrá un perdedor.
Y no está claro ni siquiera que el ganador salga ganando. Es posible que haya dos perdedores, e incluso más. Si hubiera un tercer ganador y éste fuera la Palestina civilizada que quiere vivir en paz y en prosperidad al lado de un Israel seguro, esta pelea sería la más feliz de la historia contemporánea. Pero mucho me temo que el tercer ganador puede ser el Irán de la dictadura militar y clerical de Ahmadinejad, con su ambición hegemónica en Oriente Próximo e incluso en el mundo islámico y sus preparativos para contar con un pepino nuclear. En este caso, todos seremos perdedores, incluidos los amigos palestinos.