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El futuro de Europa pasa por Siria

Por 8 de octubre de 2015 Sin comentarios

Lluís Bassets

Los refugiados cambiarán a Europa. Para bien si los países de acogida saben integrarles y contribuyen a superar el bache demográfico, a mantener los niveles de prosperidad y de bienestar y a construir una Europa pluricultural. Para mal, si continua la gestión desordenada de su llegada, y a la oleada de buenos sentimientos le sigue una resaca de populismo xenófobo. No es Siria la única fábrica de refugiados. Pero su contribución es ahora la más seria y la que más conmueve a los europeos.

Los cambios van a afectar desde la legislación hasta los valores, pasando por la economía, naturalmente. Para Alemania, según Angela Merkel, es el reto más serio desde la unificación y para ella, el que definirá su figura política, por cuanto ha apostado muy fuerte en favor de la recepción e integración de los refugiados ante las reticencias de su propia mayoría conservadora.

En Siria, Europa se enfrenta a otro reto más subrepticio que determinará su futuro. Con su intervención militar, es la segunda vez que Rusia, la superpotencia euroasiática, avanza sus alfiles hasta arañar los confines de la OTAN, la alianza que ha venido garantizando la seguridad de los europeos desde los tiempos de la guerra fría.

Quienes viven con especial preocupación los envites militares rusos son los socios de la OTAN más próximos al tablero donde Putin mueve sus fichas: Polonia y los países bálticos en el caso de Ucrania; y Turquía ahora en el de Siria, donde ya se han producido dos violaciones de su espacio aéreo por aviones rusos. Con los bombardeos sobre Siria, desde el aire y desde los buques rusos del mar Caspio, Rusia está exhibiendo el cinturón de hierro que ha tendido de nuevo alrededor de Europa.

Moscú parece imitar a Washington cuando dice que no pondrá tropas en tierra, pero hay que recordar la guerra híbrida con que se anexionó Crimea y alentó las secesiones de Donetsk y Lugansk en el este de Ucrania para entender que no cabe descartar una intervención a mayor escala. Putin ha visto en Siria un hueco estratégico que le permite avanzarse como principal protagonista en la región ante la indecisión y a la timidez occidentales.

La relación con Rusia es una tarea esencial muy mal resuelta por los europeos 25 años después de la unificación alemana. La UE y la OTAN sufrieron una primera advertencia en Ucrania. De Siria llega la segunda. Con EE UU en repliegue, no es seguro que esa Europa tan ensimismada sea capaz de aguantar el envite de la Rusia de Putin.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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