Lluís Bassets
Hay muchos críticos arbitrarios, pero pocos son críticos sólo gracias a que son arbitrarios.
Ahí entra por la bocacalle, con andar pausado, la mirada fija y las manos arqueadas sobre las pistoleras. A partir de este momento todo es cuestión de suerte. Labrará su fama con las muescas de su revólver. Cuando deje de matar, pasará de inmediato al olvido irremediable.