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Blogs de autor

Los mejores libros del año, y 2

Por 1 de enero de 2011 Sin comentarios

Julio Ortega

 
 
 
 

Vicente Luis Mora: Alba Cromm

 

Hay que decirlo pronto: VLM es el nombre de un taller de escritores que ha asumido la máscara del joven escritor cordobés VLM, hace poco más de un año doctorado en la Universidad de Córdoba con una tesis sobre Borges en la literatura española. Y ahora, éste mismo, no el otro,  funge de director del Instituto Cervantes en Marrakesh.  Estratégicamente, aparece al mismo tiempo en coloquios de escritores en Estados Unidos, América Latina y Europa, sin saberse con seguridad quién habla dónde. No ha de extrañar por lo mismo que su novela Alba Cromm no sea en verdad suya, a pesar del © de Seix Barral. Sus detractores, también creados por él, aseguran que esta novela es el producto de un cálculo de posibilidades programadas para el MacBook Air y, por eso, su lectura dura un viaje trasatlántico de Iberia con pausas para el iPad. Esos lectores volando son un homenaje al realismo mágico. Por lo demás, el hecho de que VLM asumiera el vario estilo de sus agonistas y antagonistas para escribir él solo un número completo de Quimera dedicado, no sin ánimo sadomasoquista, a sus obras,  prueba para no pocos lectores literales, que nuestro autor ya no es el poeta de la lengua como cicatriz, ni el ensayista programático de la invención digital, ni el crítico de un blog, oculto tras el improbable nombre de “Diario de Lecturas,” ni el fresco y casual narrador de Círculo, novela en la que nos sometía a la tortura de recorrer Madrid a pie, y donde se declaró, para despistar, admirador de Francisco Umbral. Y si tampoco es él la quimera holográfica que destrozó con entusiasmo su propia novela, no queda sino concluir que Alba Cromm, en verdad, es una novela diseñada que se resignó a ser narrada; pero que entre las premoniciones de la lectura aipádica, y lo que resta de escritura digital, es la primera novela producto de un plagio del futuro. En efecto, VLM ha plagiado una novela que aún no ha escrito, con lo cual ha creado el primer objeto de arte que es del porvenir y anacrónico a la vez. Un libro que será la única prueba que tendremos de un mundo que habrá desaparecido mañana. VLM es una conspiración literaria.

 

 

 
Martín Lombardo: Locura circular

 

Las "pequeñas editoriales" independientes acompañan a la narrativa de invención que se renueva con urgencia en distintas latitudes, no sólo capitalinas sino también regionales. Dos de las más vivas son Periférica (que dirige el escritor Julián Rodríguez en Cáceres) y Los Libros del Lince (a cargo del editor Enrique Murillo en Barcelona), y éste año ambas ofrecieron verdaderas primicias de jóvenes escritores. El argentino y trotamundos Lombardo es uno de ellos, y su “locura circular” (en Libros del Lince) hace de la novela la cura del lugar, por vía de “esquizofrenizar” el lugar del yo, perseguido esta vez por su propio pensamiento desbordado. Se trata de un monólogo en torno a la crisis del lenguaje articulado, que la novela convoca a través de personajes que nunca son ellos mismos, que siempre son otros, sobrevivientes de la danza de la suerte de habitar; esta vez, Barcelona en tiempos del doblaje, cuando hasta los gritos deben ser traducidos. No es casual sino sintomático que Lombardo deba replantearse la función del lenguaje narrativo, que es la forma de la identidad forjada entre opciones que ponen a prueba el sentido mismo de la libertad: “El arte: el asesinato metafórico. Decir que un hombre cruzó la puerta no es la mejor manera de decir que un hombre cruzó la puerta. Tampoco es la más cierta.” “Somos los asesinos de la lengua…Yo soy el principal asesino de la lengua,” dice el personaje de habla híbrida, cuyas imágenes suscitan la “metaforización” que busca para saber quién habla cuando habla. “Hay veces que ni siquiera sé quién eres, suelta ella. ¿Es un reproche dirigido hacia mi o hacia ella?”  Para responder a esa cuestión se escribe la novela. “All you need is love?,” se pregunta, y se responde: Mentira.” Con desenfado inquisitivo, esta primera novela nace directamente de la novela y va hacia ella, circularmente, protestando toda su promesa celebratoria.

 

 

 

Alonso Cueto: La venganza del silencio

 

El narrador de esta novela de Cueto (Lima, 1954), publicada por Planeta Perú, cuenta el asesinato de su tío, un banquero gentil. La indagación de esa muerte va desentrañando los secretos de la familia, los pactos del poder, pero bajo la intriga, como ocurre con las novelas de este agudo narrador de engañoso realismo pulcro, se abre el abismo de la experiencia moral que fractura la vida doméstica y taciturna de la clase dirigente peruana. La moral ya no es la buena opinión que tenemos de nosotros mismos y que convalida nuestros actos. Tampoco es solamente producto de la convicción, de los principios inculcados, que arman una ideología como tribunal de valores. Ni siquiera es la opción madura sobre la responsabilidad que asumimos y que define el bien o el mal como la consecuencia de nuestras acciones. La moral, más bien, viene a ser el lugar del otro en mí. Esto es, el valor que le concedo al tú como parte de mi yo.  El turno del diálogo, la palabra del relevo, la justicia de la igualdad improbable.  Este es el drama en que agonizan los personajes de Cueto, la arena movediza de la frágil fábrica social peruana. Educados, ricos y buenas gentes, se ven de pronto como parte de la corrupción o incluso el crimen. La novela sugiere que sólo el lector sabe y puede evaluar, porque los tíos y tías son hijos del discurso de la indulgencia, que ha forjado un Ego neurótico y egoísta, cuyo suelo es el clan familiar y cuyo horizonte es la clase social dominante. Lo extraordinario es que “el silencio” es mutuo: los amos asumen el bien pero ejercen el mal con sus subordinados; en cambio, los siervos son demasiado nobles, pero al exonerar a sus amos los hieren mortalmente. Las palabras ya no sirven para romper el  silencio abismado de la culpa hecha carne.

 

 

 
Matilde Sánchez: Los daños materiales

 

Matilde Sánchez (Buenos Aires 1958) es autora de La ingratitud (1990), una de las mejores novelas breves de este español hecho a novelas desmesuradas; El Dock (1993), una novela donde una mujer ve en la tele un acto de represión militar y entre las víctimas reconoce a una amiga, cuyo hijo luego acoge; y El desperdicio (2007), seguramente su obra más significativa, donde unas amigas reconstruyen su historia que las palabras devuelven con vida ardorosa. Los daños materiales (Buenos Aires, Alfaguara) es la más brillante deconstrucción del macho que la literatura haya producido en este idioma que lo sigue confirmando. Acto de denuncia de la masculinidad incólume, es una estrategia por desbrozar el lenguaje de la autoridad patriarcal, empezando por el método de una carta envenenada que documenta la miseria del amante vano. Venganza puntual del posesivo desaprensivo, cuyo placer es la medida de la felicidad ajena, “este libro es mi fatwa,” dice la narradora. Y el lector la aprueba con entusiasmo, porque ella nos persuade, no como víctima sino como rival desigual del amante,  de que su descuartizamiento prolijo del lenguaje sexista es un espectáculo digno de celebrase. Implacable en su precisión sadiana, gozosamente inventiva en su crueldad a lo Silvina Ocampo, esta novela sobre el desamparo amoroso es también una comedia desgarrada que cuenta con el humor y el sarcasmo para mantener la lucidez del exorcismo y la tradición de la salud satírica. Pocas veces el Yo narcisista, que requiere de la mujer para validarse, ha sido puesto tan fuera de combate.

 

 

 
Patricio Pron: El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan

 

Estos cuentos (Mondadori, 2010) de Pron (Buenos Aires, 1975) constituyen la revelación literaria del año. Aunque es autor de varios libros y ha sido reconocido por premios de calidad, estos cuentos revelan al escritor maduro en pleno uso de sus artificios de precisión. Porque esta espléndida colección postula la fábula como su origen y la ficción como su fin. La fábula circula como una  visión del mundo, ni sentimental ni condescendiente, ajena a los estilos y el énfasis; más bien, límpida de expresión, de un estilo neutro y terso, que deja fluir la historia como la corriente interior del sinsentido humano, de pronto ganando la vía del relato. El cuento, así, es una maquinaria autorizada a operar con la extravagancia y la excepción a nombre del rigor del lenguaje y la inteligencia de la ficción. Los cuentos despejan el camino del  viaje en un mundo sobrenarrado; se deben al arte de narrar sin tregua, sin prisa y deleitosamente. Todo recomienza, vuelve y parte en el acto de contar, cuyas voces comparten la intimidad de su trayecto fabuloso. Cuentos sobre cuentos, se despliegan entre enigmas y desafíos, cuya resolución queda a nuestra capacidad de leer dentro de lo leído, en esa transparencia del lenguaje. “En las ideas”, por ejemplo, los niños de un pueblo de la República Democrática Alemana empiezan a desaparecer. Rehúsan, se diría, ser como sus padres pero tampoco quieren ser como los hijos de sus padres. A los pocos días, regresan, pero ya no son ellos mismos. No dan ninguna explicación ni sus padres se las piden. En “Es el realismo” P. es un escritor que juega a desaparecer entre viajes. Un novelista de su ciudad, escritor mediocre y corrupto, hecho a las miserias del medio profesional, lo busca en Paris, donde P. deambula, pobre y en torno a sí mismo.  Esa búsqueda parece una persecución entre avenidas, estaciones, cafés y museos. Finalmente, en el Louvre parecen coincidir pero el encuentro social se torna una epifanía para P., que sigue de largo, recuperado por su propia certidumbre.  Libro imprescindible para imaginar la década que recomienza con mejores noticias, gracias a los escritores que saben seguir de largo.

 

 

 
Antonio López Ortega, Carlos Pacheco, Miguel Gomes: La vasta brevedad, Antología del cuento venezolano del siglo

 

López Ortega y Miguel Gomes habían dedicado atención al cuento en Venezuela, siendo ellos mismos notables narradores; sumados ahora al profesor Pacheco culminan esta antología espléndidamente editada (Alfaguara, Caracas) en dos tomos. Siempre me han resultado valiosas las antologías que documentan el gusto del presente literario. Por eso, son más valiosas las que hacen los mismos practicantes, sobre todo los más jóvenes y, esperemos, audaces.  Pero hay otras antologías, como ésta, que son términos de referencia, que uno lee como la memoria de la lectura, y a las cuales acude sabiendo que el cuento desde su primer día (Cuando el cuento despertó, la novela aún no estaba allí) hasta su orilla actual, donde la escritura digital presume prescindir del protocolo (Cuando el iPad despertó, el escritor ya no estaba aquí), sigue siendo el arte del asombro.  La narrativa venezolana me ha parecido que se escribe como si la narración no tuviese pasado, como si cada relato fuese el primero. El mundo recomienza, la escritura acaba de ser inventaba, el país empieza en el cuento.  Como si Venezuela, siendo el país más moderno, hubiese tenido que rehacerse en el discurso, ensayando su invención, buscando exceder la penuria literal.  Los cuentos de este tomo documentan la creatividad extraordinaria con la que este país de gente maravillosa y políticos atroces ha creído tener más de una oportunidad en el lenguaje. Los cuentos de Guillermo Meneses, Salvador Garmendia, José Balza, Federico Vegas, entre otros narradores de talento, están entre los que dan prueba fehaciente de esa Tierra de Gracia.

 

 

 

Aldo Mazzucchelli 

: La mejor de las fieras humanas:
 
vida de Julio Herrera y Reissig
 
 
 
 
 
 
 

 

Este año son los cien de este poeta parteaguas, el último modernista o el primer vanguardista, que entre Montevideo y Buenos Aires exploró la calidad representacional del lenguaje mismo,  encontrando entre las palabras y las cosas una tensión de asombro y  fractura.  Entre Darío y Vallejo elaboró un lenguaje de fuerza expresiva y ardor lírico, y lo leemos siempre descubriéndolo, siendo la suya una poesía que transcurre como presente. El profesor Mazzucchelli ha logrado en este libro (Montevideo, Taurus)  una proeza: la biografía del poeta incluye otra, la de su poesía, que a su vez descubre otra, la de su tiempo, ideas y contextos. Así, de su turbulenta vida amorosa recobra los poemas que la revelan, pero también el anarquismo que alienta en su erótica. Vida, Eros, poesía y anarquismo se sobreponen, sin falsas síntesis, en su violencia íntima, y confirman la actividad intelectual de un poeta que antagoniza, feroz y espléndido, con su tiempo. Documentado y fundamental, este libro es también analítico e interpretativo, y acierta plenamente al ver en la biografía la obra, y al revés; pero no como si una explicara a la otra sino como si ambas fueran, al final, inexplicables separadas, siendo, en su trama, más vivas.

 

 

 

Eloy Fernandez Porta:  €®0$. La sobreproducción de
los afectos

Toma lo suyo escribir EROS en la grafía propuesta por Eloy  Fernández Porta ya que en mi portátil (el hoy, Fernández, es portátil) los dos primeros signos requieren pulsar Option y repasar el abecedario digital para encontrarlos como un subtexto casi porno. La primera provocación del autor es este emblema con que titula su ensayo (Anagrama) para postular que Eros se viste de Euros en esta fase de “capitalismo emocional.” Leer en el título un libro es la operación a que nos reta y que uno asume también provocadoramente.  R. Kraus había demostrado que la pornografía es la transparencia. Esto es, la representación sin mediaciones, desnudamente, de un sujeto. Pero que el espectáculo (el “tiempo real”) haya sustituido a los afectos con su representación demuestra que la pornografía es una naturaleza sustitutiva, instaurada como norma.  Por ello, hoy creemos que la emotividad es fundamentalmente irrepresentable, y solo referible a través de mediaciones, relatos y eventos. Como bien plantea este libro desde su propio protocolo (la ironía, el humor), el mercado ha ocupado la subjetividad, el último espacio de indeterminación que creíamos libre. Baudelaire, que fue el primero en pensar lo moderno desde su centro, la representación, vio en la prostituta la forma del intercambio urbano.  Hoy el intercambio, nos recuerda EFP, está dominado por la tecnología y su reproducción infinita de sustituciones, empezando por nuestro lugar en el sistema. Esta es la parte más crítica de su libro porque nos pregunta por el Eros/Euros de que estamos hechos. O sea, por nuestro papel en la sobreproducción pornográfica, que hoy impone la confesión del yo como medida de la verdad. El discurso que predica “porque lo digo yo,” “porque lo siento yo,” “porque me sale de las entrañas,” es violento y obsceno: postula un sujeto exhibicionista, y es casi un grito de auxilio.  Cancela, en efecto, el Eros, que supone la sexualidad pero también la simpatía, la intimidad, el goce, la empatía dialógica. Los materiales que documentan la hipótesis de EFP son las redes de intercomunicación tecnológica que han creado un espacio de “ruido” (basura comunicativa) de efecto contrario: se trata de una sobreproducción que elimina la conversación. Las mediaciones de esta escena desnudan a la pareja, y la despojan de su valor emotivo en el mercado de la confesión exhibicionista. Irónicamente, en esta sobrevaloración del “Ego” se produce la más descarnada subyugación del “yo.” Se trata de un sujeto forjado por la saturación, la sobre-presencia, la pantalla como plaza pública, y la fama como banalidad. Se ha dicho ya que el correo electrónico, por ejemplo, ha aumentado las relaciones conflictivas al exacerbar la violencia verbal. Y se acaba de decir que el portátil ha terminado subyugando aun más a las mujeres: ellas llevan el trabajo a casa. Sobre estos costos afectivos se seguirán haciendo excelentes películas malas. Todo lo cual pertenece al humor del Eros, a la  “Improv” (suerte de tele-ensayo) donde un cómico de turno asegurara que los dinosaurios desaparecieron porque no podían abrazarse. Al final, este Eros simpatético  de EFP es un brillante manual de primeros auxilios en el formato de un amenísimo obituario.

 
 

 

 


 

 

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Julio Ortega

Julio Ortega, Perú, 1942. Después de estudiar Literatura en la Universidad Católica, en Lima,  y publicar su primer libro de crítica,  La contemplación y la fiesta (1968), dedicado al "boom" de la novela latinoamericana, emigró a Estados Unidos invitado como profesor visitante por las Universidades de Pittsburgh y Yale. Vivió en Barcelona (1971-73) como traductor y editor. Volvió de profesor a la Universidad de Texas, Austin, donde en 1978 fue nombrado catedrático de literatura latinoamericana. Lo fue también en la Universidad de Brandeis y desde 1989 lo es en la Universidad de Brown, donde ha sido director del Departamento de Estudios Hispánico y actualmente es director del Proyecto Transatlántico. Ha sido profesor visitante en Harvard, NYU,  Granada y Las Palmas, y ocupó la cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge. Es miembro de las academias de la lengua de Perú, Venezuela, Puerto Rico y Nicaragua. Ha recibido la condecoración Andrés Bello del gobierno de Venezuela en 1998 y es doctor honorario por las universidades del Santa y Los Angeles, Perú, y la Universidad Americana de Nicaragua. Consejero de las cátedras Julio Cortázar (Guadajara, México), Alfonso Reyes (TEC, Monterrey), Roberto Bolaño (Universidad Diego Portales, Chile) y Jesús de Polanco (Universidad Autónoma de Madrid/Fundación Santillana). Dirije las series Aula Atlántica en el Fondo de Cultura Económica, EntreMares en la Editorial Veracruzana, y Nuevos Hispanismos en Iberoamericana-Vervuert.  Ha obtenido los premios Rulfo de cuento (París), Bizoc de novela breve (Mallorca), Casa de América de ensayo (Madrid) y el COPE de cuento (Lima). De su crítica ha dicho Octavio Paz:"Ortega practica el mejor rigor crítico: el rigor generoso."

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