Julio Ortega
La lectura en Granada
Abrí en la Biblioteca el tomo de la Enciclopedia para verificar el lugar de una de las batallas de la saga emancipadora. Pero leyendo la entrada me encontré ingresando a otra historia, donde los hombres eran más casuales que el lenguaje. A veces abrir un libro es abrir una puerta que se abre al paisaje donde acontece la permanente sustitución de la mirada por lo visto. Como si al pasar una página se abriese otra dentro, dictada por el lenguaje, más libre en el libro.
Como un espejo, el lenguaje nos lee, siendo éste factual y aquel ilusorio, si bien ambos están hechos de la misma materia, del verbo conjugado por la gran traducción de lo vivo.
Volví la página y vi en el lenguaje el libro, discurriendo silencioso en el sentido contrario, como si los libros fuesen las puertas al mundo. Esa lección de la escritura de lo dado, que no acabaremos de leer, pero que protestamos cifrar, requiere de las palomas que laten como sílabas del día.
Como las palomas, levemente medievales, las palabras son la súbita diferencia de lo claro, libres de la redundancia literal, esa servidumbre.
Traducciones del Dr. Sintaxis
No es mi antagonista, sólo un contemporáneo.
Nuestro poeta ha hecho suya una filosofía que justifica sus inclinaciones.
Los viejos amigos son nuestros peores testigos.
Nuestro novelista está poseído por una idea fija, y es una idea equivocada.
La razón que presumes en el Yo es la sinrazón que asumes en el Tú.
La libertad que demandas para ti me deja sin aliento.
Lecturas de poesía en Rosario
La poesía, concluimos, desafía el orden geométrico. Enzia Verduchi despidió a la ley de gravedad. Ana Gorría terminó con la referencialidad. Antoni Marí demostró que la imagen es el sello de agua del poema. Nadia Prado evocó las voces sin voz que esperan por el poema. Salimos haciendo adiós con el sombrero, mientras el río de Rosario discurría, liviano y cierto.
Feria del libro quechua
Obras de 615 autores escritas en quechua se exhibieron en la Feria Runa Simipis Quelqakunmi. Runa Simita akllay (El quechua también se escribe. Elige el quechua), que se llevó a cabo en la plazoleta Espinar del Cusco. Se presentaron también investigaciones académicas y estudios linguísticos sobre el quechua y otras lenguas nativas. “Esto es el inicio de una campaña para incentivar la lectura y escritura en quechua entre los niños en edad escolar y también entre los adultos que sólo hablan este idioma”, adviritó el escritor cusqueño Luis Nieto Degregori. Y añado yo: el quechua es una rama del lenguaje que a los peruanos nos han arrancado por la boca. Cuando mi país sea mundo habrán escuelas para recuperar ese bosque. Pero no necesitamos una beca para aprenderlo. Recomiendo un Diccionario, el más vivo, si es posible del siglo XVII. Es el azogue del espejo.
Los lectores en 1661 según Covarrubias
Y queriendo publicar este Tesoro y sacarle a luz, temo que las lenguas de los maldicientes y mal contentadizos me lo han de volver en carbones, pero estos mismos, en manos de los sabios y bien intencionados, con el soplo de los ingenios y rectos juicios, han de encender en ellos un amoroso fuego y convertirlos en radiantes carbunclos y hermosos rubies.
Leído en una hoja de papel
Esta hoja de papel prueba que el libro no morirá.
Alberga la intimidad del lenguaje que nombra, como si este papel
fuese del calendario futuro.
Porque la escritura traza su inteligencia imaginaria.
Y de la tinta fluye el verbo y en la letra reverbera, de paso.
Leyendo esta hoja que vendrá.
Poesía completa de Nicanor Parra
Ignacio Echeverría ha hecho un espléndido trabajo crítico al editar la Poesía de Nicanor Parra para el Círculo de Lectores. Veo en el Diccionario en linea de la RAE que el término “editor” consigna la acepción “Persona que edita o adapta un texto.” Se advierte que se trata de un artículo “enmendado,” desduzco que puesto al día. Pero al definirse editar como publicar la acepción requiere añadir que se trata de preparar, establecer o compilar. Petrarca habría agregado que se trata de restaurar con cuidado y no sin devoción. Ahora prepara Echeverría el segundo tomo, y me pregunta detalles de la antología de Parra que edité en el Fondo de Cultura Económica, donde aparezco como “compilador,” porque en México (a pesar de la acepción de “preparar una publicación” que Luis Fernando Lara consigna en su espléndido Diccionario del español usual en México) no suele usarse tal acepción. La antología se titula Poemas para combatir la calvicie (1993). Le respondía yo a Ignacio que el título se lo pedí a Nicanor, y me lo dio con la explicación de que la poesía debería servir para algo, tendría que ser escrita por gente joven, y era, además, un título que no pondría nunca Octavio Paz. Incluye una sección de poemas inéditos, entre los cuales viene éste, que dice mucho de la ironía de sus obsesiones:
EPITAFIO
Yo soy Lucila Alcayaga
alias Gabriela Mistral
primero me gané el Nobel
y después el Nacional
a pesar de que estoy muerta
me sigo sintiendo mal
porque no me dieron nunca
el Premio Municipal