
Eder. Óleo de Irene Gracia
Juan Pablo Meneses
Un perro de Valparaíso mordió a una amiga y no fue noticia. Ya sabemos que no es noticia que un perro muerda a una persona, pero lo que contó mi amiga merecería algo más de atención.
Mi amiga es alemana, estaba de paso por Sudamérica y fue a recorrer su ciudad favorita en Chile: Valparaíso. En eso, mientras subía y bajaba cerros, se metió por la calle equivocada y ahí aparecieron: media docena de perros bravos que comenzaron a ladrarle hasta que uno se le tiró encima y otro le mordió un muslo.
Que haya perros callejeros en Valparaíso tampoco es noticia. Que muchos de estos perros anden en pandillas (verdaderas jaurías que, cuando pasan al lado tuyo, es mejor ni estar cerca) tampoco es noticioso. Tan común es todo esto que, después del incidente, mi amiga fue al hospital, le pusieron una inyección y siguió recorriendo sin problemas.
El vecino que la ayudó a salir de la jauría le dijo: "Ya estamos acostumbrados". La enfermera que le puso la inyección le dijo: "No se puede hacer nada con los perros; todo termina en escándalo". La dueña del hostal donde se quedaba a dormir le dijo: "Los perros son intocables: ganaron la guerra".
La invasión canina en los cerros porteños tampoco es noticia. Mi amiga dice que se sintió en una ciudad dominada por perros callejeros y esa imagen me quedó dando vueltas. Una ciudad puerto dominada absolutamente por perros: con pandillas de perros, y guardias de perros, y bares de perros, y hoteles de perros. Una dictadura perruna, donde los porteños terminan siendo las mascotas y los mejores amigo del perro.
Entonces, la pregunta parece simple: ¿Ganaron los perros de Valparaíso?
Publicado en la revista Domingo, de El Mercurio de Chile.
twitter: @menesesportatil