Juan Pablo Meneses
Joseph Blatter lo advirtió hace menos de una semana. Apenas ganó la elección a presidente de la FIFA dijo que ahora, en este nuevo mandato, se dedicaría a limpiar a fondo el fútbol mundial. Ayer renunció a su cargo. Fue su primera y última medida. ¿Un héroe que se sacrificó para cumplir su palabra? ¿Un fugitivo que negocio su salida con los investigadores del FBI?
Cualquiera que conozca un mínimo de la maquinaria del fútbol entiende la magnitud de lo ocurrido ayer. El escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán decía que el fútbol es la religión más extendida del planeta. Y es cierto. Por lo mismo, la renuncia de Blatter es la renuncia de un Papa. De nuestro Papa. Una dimisión tan inesperada y más significativa que la de Benedicto XVI. ¿Qué viene ahora? ¿Cómo llegamos hasta aquí?
El cambio se anuncia gigante. Se termina una época que será recordada con indignación. Las noticias que están por salir serán peores, y nos espera una larga temporada de miserias humanas. Y desde a hora, y por mucho tiempo más, comenzarán a perseguirnos algunas preguntas. ¿Qué hicieron los periodistas deportivos en estos años? ¿Por qué tan pocos alzaron la voz? ¿El boom de escritores publicando libros sobre lo romántico que es el fútbol es parte de la misma estafa? ¿Y qué hiciste tú?