
Eder. Óleo de Irene Gracia
Jorge Eduardo Benavides
En la construcción del escenario no hay solamente esas palabras que constituyen frases y esas frases que componen párrafos finalmente organizados en escenas, no; en la construcción del escenario, además de adjetivos bien utilizados y novedosos (sin ser extravagantes), de verbos conectores que permiten establecer un circuito entre ellos y proporcionarle fluidez a la representación que hemos creado para los lectores/espectadores, también encontramos otro nivel descriptivo que permite definir con mayor precisión y plasticidad el orden más abstracto de lo que estamos mostrando, es decir, la parte intangible de nuestro escenario, aquel que está dotado del espíritu que queremos conferirle a un lugar preciso: la casa del viejo general retirado, el decrépito hospital donde pasa sus últimos días un anciano, la penumbra fresca de la casa solariega donde nuestro personaje vive un verano siendo niño. No basta pues que este escenario sea nítido, luminoso, movilizado por verbos que sugieren acciones y potencia, es decir, por el movimiento de los personajes. Hay además que insuflarle un cierto carácter, una personalidad determinada, por decirlo así. Y para lograrlo, el narrador debe pensar detenidamente qué es exactamente lo que quiere representar: la época en la que ocurre o más bien, el espíritu de la época en la que ocurre, de tal manera que el lector entiende ese pequeño espacio que es el escenario narrativo como una parte proporcional de algo más grande: la época, por ejemplo, o si la sociedad de la que forma parte es conservadora, progresista, está sumida en el caos… o bien si el entorno familiar del personaje y del escenario donde se mueve es íntimo, amable, hostil. Veamos la descripción que hace Antonio Muñoz Molina del Café Moka, en Ardor guerrero, para entenderlo un poco mejor.
"En el Moka el comercio invisible de la heroína era como una danza de fantasmas repetidos en los espejos, moviéndose en apariciones y huidas simultáneas, y las caras expectantes y ansiosas se duplicaban aritméticamente en un delirio visual que acentuaba el efecto del hachís y se volvía baile de vampiros por la luz fluorescente que bañaba el lugar, una luz de nevera que hacía aún más pálidas las caras más pálidas de San Sebastián y subrayaba el dibujo de las venas en los brazos, el brillo de las tachuelas y de los colgantes metálicos y el color negro de las ropas que vestían los yonquis y las yonquis, los reflejos de piel de reptil de la cazadoras y las botas de cuero de los yonquis más pijos.
El café Moka tenía en la puerta un letrero caligráfico de los años cincuenta, una dignidad ajada de espejos y mármoles que conocieron tiempos mejores: contaban que había sido un sitio de mucho prestigio en San Sebastián, una tienda de toda la vida en la que se molía para los clientes el mejor café o se le servía humeante, aromático y negro en pequeñas tazas de porcelana, pero ahora era una lonja de los venenos más letales y una ruina invadida por los primeros zombis de la década. El camarero, fortificado en su taquilla circular, servía y cobrara los cafés y no miraba a nadie a los ojos ni decía más que el precio de cada consumición." ( Ardor Guerrero. Alfaguara, pág. 320-321)
La propuesta de la semana
Nuevamente, vamos a intentar la creación de un escenario, pero en esta ocasión procuraremos que aquel salón añoso, aquel barrio popular, aquel palacio decimonónico, aquella casa de nuestra ficción represente algo más que el lugar: representará también una época, una situación social, un momento determinado.
AVISO:
Amigos, esta semana queremos felicitar a Geyser López que ha ganado, en la modalidad de narrativa, la VII Edición del Concurso para Autores Inéditos 2009 que convoca Monte Ávila Editores (Venezuela) con su novela "Los hijos de Israel". Todas nuestras felicitaciones para él y esperamos que esta estupenda noticia sea un estímulo para todos.
OTRO AVISO:
Jorge en estos momentos viaja hacia Lima con motivo de la publicación de su novela "La paz de los vencidos" ganadora del Concurso de Novela Corta 2009 "Julio Ramón Ribeyro". El libro será presentado por los escritores Alfredo Bryce Echenique y Raúl Tola el próximo 25 de junio a las 8 de la tarde en La Eñe.
Todos aquellos amigos que estén en Lima ese día están invitados a dicha presentación.