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Mi mundo es otro

Por 15 de septiembre de 2023 Sin comentarios

Joana Bonet

“María, guapa”, le cantaban los flamencos mientras ella se venía arriba y tensionaba la espalda, desplegando un orgullo insólito que calaba en el ánimo gracias a su voz rajá, condición indispensable en el cante para contagiar la emoción. Corría 1978 y se acababa de aprobar la Constitución española; la letra de la canción Se acabó, escrita por el jerezano José Ruiz Venegas, nos sentaba de maravilla a niños y adultos, hasta el punto de que se convirtió en un desahogo nacional. La Jiménez, nacida pobre, trianera que se subió a los tablaos barceloneses y luego aprendió de La Paquera en Los Gallos, sacudía salvajemente su melena rubia, la boca entreabierta mostrando sus dientes apiñados con tanta sensualidad como determinación. Jesús Quintero, que la ayudó a despuntar, me contó que, paseando por la calle Sierpes, una gitana le alabó sus zapatos de marca. Ella se los quitó, se los regaló y siguió andando descalza. Ese desprendimiento se coló en su voz.

Faltaban tres años para que se legalizara el divorcio, pero Se acabó fue recibida como un himno polisémico que provocaba meneo y garbo. Un portazo. Una patada al aire. Y un adiós al amor romántico, con romanticismo: “Mi piel se quedó vacía y sola, desahuciada en el olvido”. El rubio salvaje de María Jiménez –que durante años se tiñó en casa: mañanas de boatiné y cigarrillos– cantaba al mal amor en el que tantas mujeres habían quedado atrapadas. Es nuestro I will survive, se ha dicho estos días en que se ha resignificado la canción. Pero en aquel tiempo la violencia machista aún no se reconocía y de todo tenía culpa la pasión. Dudo que en la configuración moral de Ruiz la voz de Jiménez, ahuecada desde las entrañas, sonara a fiesta empoderada avant la lettre.

El caso es que María Jiménez no pudo administrarse su propia medicina y vivió episodios de malos tratos que acabó denunciando. Unos años atrás, al despedirla, se hubiera dicho de ella que fue “una mujer de vida complicada”. De la misma forma que a María Teresa Campos se la hubiera coronado como periodista “del corazón” para rebajarla de su pedestal. Pero, afortunadamente, el estigma de lo femenino –superficial, frívolo, de segunda– ha descorrido su tupido velo, y el mundo ya se cuenta de otra manera.

Así ha ocurrido en el caso Rubiales, tras la exhibición de tan lamentable euforia rematada con gestos soeces, y la defensa de lo indefendible. La flecha del tiempo ha ido desarmando a los bravucones, demostrando que la masculinidad es plural y carece de un manual que cumplir. Mientras Jennifer Hermoso preparaba su demanda, empezó a viralizarse un hashtag lanzado por las futbo­listas: #SeAcabó. Dos periodistas contaron en las redes cómo habían sido acosadas por el mismo hombre, su jefe de sección, cua­renta y cinco años después de que María Jiménez desatara a España con su rumba liberadora.

El #MeToo, que no aterrizó en su día en España, desencadenaba una riada de confesiones en las que el cuerpo de la mujer se convertía en el blanco con la humillación como objetivo. Tantas palmadas en el culo, miradas repugnantes, chistes babosos, miembros viriles exhibidos como un trofeo sin haber sido invitados… Todo eso pervive, sí, como demostraron los aplausos de tantos lacayos de Rubiales, reacios a asumir el nuevo contrato sexual en el que la equidad y el respeto sustituyen al abuso y la grosería. Todavía no se acabó, pero nuestro mundo ya es otro.

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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