Joana Bonet
Crece a la par la melancolía y la resiliencia. La bilis negra centrifuga el color de los días como un trapo mojado y los más variados tipos de desánimos se cruzan en la calle, validados por la naturaleza imperialista del dolor cuando invade un cuerpo o un lugar. Aún así, la felicidad es más sencilla de lo que parece, convencidos de que la satisfacción personal poco entiende de contabilidad. En el paisaje posthuelga, con la sonrisa del emoticono al revés, se extiende también la capacidad de sobreponerse a la adversidad. No hay vuelta atrás. Tolerancia con nosotros mismos para superar el duelo narcisista que obliga a rebajar expectativas, a cambiarlas, e incluso a barrer un puñado de sueños que parecían factibles.
El mundo eructando sapos, el país descosido, y aún así, vivimos en la época menos violenta de la historia… En España -por debajo de la media europea en criminalidad- los delitos se han reducido en el primer semestre de 2012 casi un 2%, lo que confirma la tendencia descendente de los últimos seis años. Porque, como apunta el psicólogo “pop” Steven Pinker, a pesar del derrumbe económico, nunca había habido menos sacrificios humanos, torturas sádicas, represión, genocidios o abusos violentos. El mundo se ha humanizado, y no sólo por razones éticas sino estructurales, sostiene Pinker revolviendo las ideas de Kant, quien defendía el comercio como garantía de paz. No basta con el mito del buen salvaje para entender cómo hemos ido refinando instintos y mejorando la convivencia. Pero lo cierto es que son conmovedoras las cadenas de solidaridad que se establecen entre ciudadanos que, en lugar de lanzar piedras a las puertas de los bancos, actúan.
Con todo, la sombra del desvarío amenaza una sociedad que tiene que desprogramar no sólo sus objetivos económicos, sino un modo de vida que parecía inamovible. Se alimenta así una mentalidad de guerrilla, en cierto modo depredadora. Diferentes estudios revelan que entre el 1% y 3% de la población mundial podría ser calificado de psicópata. Y parece que pueden aprenderse cosas de ellos.
“La sabiduría del psicópata”, es la tesis de un investigador de Cambridge, Kevin Dutton, quien sostiene que existen al menos siete principios de la psicopatía que pueden ayudarnos a reaccionar más allá del lamento frente a los retos contemporáneos y al cambio de paradigma. Incluso a transformar nuestra perspectiva de víctima a la de vencedor, sin convertirnos en sujetos indeseables. Las siete llaves son “falta de piedad, encanto, concentración, fortaleza mental, valentía, atención y acción”. Sin duda, se trata de la moral del triunfador, de quien tiene un óptimo nivel de resistencia en la competición y es capaz de transgredir y de correr riesgos para que las cosas cambien. No sé si todos tenemos algún gen que nos incline hacia las psicopatías pero se trata de una hipótesis que me hace temblar.
(La Vanguardia)