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Cambio de zancada

Por 11 de abril de 2018 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

Pertenezco a esa clase de editoras de revistas que piden a los fotógrafos que las modelos sonrían, que no perpetúen ese mohín mustio, frío y moderno, ni paseen el encanto de la autosuficiencia por el plató. No siempre me hacen caso. Responde al canon de la belleza poco complaciente. A la pose que no quiere ser una invitación a la empatía. También les digo que abusan de las modelos sentadas, abiertas de piernas y con tacones; una actitud, el manspreading, que tanto criticamos en los hombres. Y entonces, Florence, exquisita estilista francesa, me dice: “¿Y qué hacemos con la seducción?, ¿ya no podemos ser sexis?”.
Hace cuatro años, la moda descubrió las zapatillas deportivas. No por su uso práctico, sino por su plus de tendencia. El lujo no tardó en hacerse eco y firmó las sneakers más caprichosas. Aunque lo interesante sucedía en nuestra propia mirada: nada que ver con aquellas pioneras ejecutivas de Wall Street que combinaban zapatillas y traje chaqueta con hombreras produciendo un efecto forzado y ortopédico. Hoy, en cambio, la profusión de sandalias de hotel o de chanclas peludas por dentro causa furor, y a pesar de su feísmo, hay algo liberador en ello. Porque desnudar los pies significa también desnudar una feminidad subida a unos tacones. Y llenar las calles de abuelas, madres, estudiantes o abogadas andando con una resolución liberadora.
La representación estética de la feminidad ha virado hacia el confort y la sobriedad. El nuevo imaginario expulsa la silueta con curvas, escote y los icónicos stilletos, y los relega al uniforme de azafata de congreso. Según el Retail Tracking Service de la consultora NPD, los tacones medios han aumentado sus ventas en los últimos meses, incrementándose un 71%, mientras los altos han caído un 36%. El año pasado, en Reino Unido, por primera vez en la historia se vendieron más sneakers que tacones de aguja. La comodidad, la salud y la cuarta ola feminista han destronado a uno de los estereotipos más emblemáticos para mujeres y fetichistas.
Estos días, acaba de llegar a las librerías el último libro de la siempre interesante y polémica Camille Paglia, Feminismo pasado y presente (Turner). Autodenominada “feminista prosexual”, Paglia siempre se ha mostrado sensible a la belleza, y allí donde otras denuncian imposición y martirio, ella aplaude la celebración estética. “El problema del feminismo con la belleza es un prejuicio provinciano. Tenemos que superarlo”, afirma. Para algunas, subirse a unos tacones equivale a tomarse un antidepresivo. Para otras es un artefacto de tortura. Pero, en ambos casos, quien decide la naturaleza de la zancada no es Cannes ni el #MeToo, la pasarela ni los podólogos, sino cada mujer reconciliada con sus pies.
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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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