Jesús Ferrero
Lo extraño no es lo paranormal.
Paranormal hace referencia a una realidad paralela a la normal, o que se opone a ella, o que está al margen de ella.
Lo extraño en cambio forma parte de nuestras vidas. Sentimos extrañeza ante nuestro propio ser, y ante el ser de los demás.
En principio lo extraño es lo que está fuera de ti, lo ajeno a tus entrañas. Podría pensarse que es lo mismo que paranormal (para: al margen de, junto a, contra; ex: fuera, más allá, exterior), pero le hemos dado un significado muy distinto.
Al estar como estamos partidos en dos (Platón, Freud, Lacan), lo interno puede parecer a veces lo externo, y lo íntimo nos puede resultar extraño. De hecho no hay nada más extraño que nuestra propia intimidad. La interioridad convertida en imagen de la exterioridad, de lo ajeno, del “otro lugar” de la Cábala.
Por eso “extraño” es un concepto mucho más rico que paranormal, y mucho más vinculado a nuestro ser.
Hacer extraño lo familiar, hacer familiar lo extraño. Ese es mi lema.
¿La extrañeza es una dimensión toxica? Tan tóxica como la normalidad que, por todo lo que hemos dicho, puede estar llena de extrañeza. Acerca de la extrañeza ya habló muy sabiamente Freud, descubridor de la verdadera región de la extrañeza: el subconsciente. A él me remito siempre. Nadie ha llegado más lejos que Freud en el análisis de lo extraño vinculado a la intimidad. Ni siquiera Lacan.
Líbrenos la vida de las épocas en las que la extrañeza se hace demasiado familiar. ¿Estamos en una de ellas?