Jesús Ferrero
En esta época de narcisismos extremos se está produciendo una gran paradoja, pues se trata de un narcisismo sin cimientos, sin sustento, sin fundamento real, ya que la individualidad ha desaparecido y ha sido sustituida por un montón de imágenes rotas.
Ahora mismo llamamos individualidad a una argamasa tosca de lugares comunes, palabras huecas y precariedad existencial.
Ahora mismo llamamos individualidad a un recipiente vacío.
Algo parecido ocurre con la sociedad y con las organizaciones políticas que pretenden gobernarla, haciendo creer que pueden hacerlo y omitiendo una verdad clamorosa: que el poder está ya en otra parte, que los estados se desvanecen, y que por encima de ellos crece una hidra que los ahoga y los convierte en estructuras ausentes.