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Ser Dios es demasiado fácil

Por 7 de mayo de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Jesús Ferrero

Se dice que el que sabe más de lo que ha aprendido es un genio. Pocos se merecen ese atributo como Welles, que fue tan genial que acabó renunciando a su propia genialidad, como Shakespeare cuando se refugió en su pueblo, donde únicamente escribió su árido testamento. Eso solo lo hacen los que ya están más allá del yo y del otro. También más allá de toda forma de ilusión.

Renuncian a lo que el destino les dio de más valioso. Están más allá del valor y más allá de toda valoración.

Ya se han cansado de delirar. Sienten, como César, que se ha acabado la comedia, y ni siquiera animan al público a aplaudir.

Al hablar así pienso en el Orson Welles de la última época, y también en el Orson Welles errando por Europa.

En su versión de la obra maestra de Cervantes, Welles concibe un don Quijote catatónico que va recitando sus discursos por la inhóspita llamara. Son discursos que se pierden en la nada mientras el caballero avanza hacia ninguna parte. Se trata del Quijote más existencialista jamás concebido.

Seguramente el mismo Orson se vio así más de una vez, como un charlatán errabundo buscando fondos para sus películas y sus banquetes.

Regresó a América para hacer de payaso. Fue otra forma de despojamiento. Pero antes había dejado tras él el mejor cine de todos los tiempos, no se sabe muy bien de qué manera. Welles lo intentó explicar con una simple frase: “Dirigir es la cosa más fácil del mundo”. Sí, también Valéry pensaba que “ser Dios es demasiado fácil”.

 

¿Arrogancia? No, más bien parece la humildad fundamental de la ironía desinflando la cansina vanidad del arte. 

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Jesús Ferrero

Jesús Ferrero nació en 1952 y se licenció en Historia por la Escuela de Estudios Superiores de París. Ha escrito novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones), Doctor Zibelius (Premio Ciudad de Logroño), Nieve y neón, Radical blonde (Premio Juan March de no novela corta), y Las abismales (Premio café Gijón). También es el autor de los poemarios Río Amarillo y Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola), y de los ensayos Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y La posesión de la vida, de reciente aparición. Es asimismo guionista de cine en español y en francés, y firmó con Pedro Almodóvar el guión de Matador. Colabora habitualmente en el periódico El País, en Claves de Razón Práctica y en National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince idiomas, incluido el chino.

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