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Los avatares del héroe

Por 2 de noviembre de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Jesús Ferrero

He aquí un libro totalmente necesario para todo aquel que se adentre en los misterios de la fabulación, sea de carácter épico o no.

De forma muy detallada y precisa, Campbell ilumina el nexo entre los mitos y los ritos vinculados al vasto universo de la iniciación. Cuando se habla de Bildungsroman, se olvida a menudo que la novela de aprendizaje existió ya en Grecia y que todas las novelas de caballería lo son, como lo fueron más tarde las novelas picarescas. Pensemos en El Lazarillo, cuyas andanzas le conducen al ejercicio del cinismo, como ocurre también en La vida de Estebanillo González contado por sí mismo, seguramente la mejor novela del Siglo de Oro después de El Quijote, como muy bien supo ver Juan Goytisolo. Que en el Bildungsroman del barroco el héroe apueste por el cinismo solo indica una cosa: el barroco inauguró en nosotros la Edad del Cinismo, y no es extraño que Gracián, filósofo por el que siento un gran aprecio, instaure una gramática del comportamiento, o una moral, tan pragmática como cínica, al menos en ciertos momentos.

En El héroe de las mil caras, Campbell nos va informando, paso a paso, de todas las fases por las que pasa el héroe clásico, desde el instante en el que siente en el cuerpo y en el alma la llamada de la aventura, hasta la última fase, cuando el héroe ha cumplido su misión (como la cumplieron Hércules y Ulises) y puede entregarse al placer de vivir, tras haber alcanzado una seguridad ontológica que encajaría bien en la dialéctica hegeliana. Al final, el héroe ha resuelto todas las contradicciones consigo mismo y con el mundo, y se abren para él las puertas de una más que merecida felicidad.

Antes de ese final feliz, el héroe habrá pasado por la duda existencial, el encuentro con algún maestro, el cruce del primer umbral de la noche, el peligro mortal antes monstruos descomunales, a veces de naturaleza invisible, el encuentro con aliados divinos y humanos, la inmersión en la oscuridad, la prueba de la muerte, la batalla definitiva, los peligros del regreso al hogar, la reconciliación consigo mismo y la promesa de la paz.

En los avatares indicados, no he mencionado el que me parece más importante, y que Campbell trata en el capítulo titulado La reconciliación con el padre. Me refiero al primer avatar que caracteriza la vida de muchos héroes clásicos: la enemistad con el padre, a menudo originada por una profecía nefasta. En esos casos el héroe-niño suele ser abandonado. Sus padres lo rechazan o mueren, pero alguien salva al niño-héroe de forma a veces milagrosa, a veces casual: es el caso de Edipo, Moisés, Amadís de Gaula, Tarzán y tantos otros.

El héroe clásico es expelido por su clan y salvado por los demás. No es bueno ignorar que se trata de una gramática que deja a menudo en muy mal lugar la figura del patriarca. Pensemos en Ivanhoe, que los adolescentes de mi generación y de las anteriores todavía leían, como confesaba Bob Dylan en su texto cuando le dieron el Nobel. Ivanhoe está profundamente enemistado con su progenitor. Las mitologías del mundo son pródigas en padres asesinos. Y juraría que no se equivocan. Como demostraron los antropólogos de la Edad de Oro de la antropología, la figura paterna se presenta como repulsiva en una ingente cantidad de mitos. Esas repulsiones suelen estar muy justificadas. Son radiografías de lo real.

Siempre le he dado mucha importancia a este avatar que materializa la idea de que el héroe suele tener una infancia difícil en la que tenía que haber muerto, pero el Mundo o la Providencia decidieron que no.

El lector habrá observado que estoy hablando de fases que no solo aparecen en las historias épicas, y que pueden observarse en toda clase de novelas, sean del género que sean.

Recomiendo vivamente su lectura a novelistas y guionistas, así como a los lectores interesados en los elementos fundamentales que van hilvanado todos los mitos heroicos y sostienen todas estructuras vinculadas al universo de la épica. Según mi entender, la traducción de Carlos Jiménez Arribas, publicada con gran esmero por Atalanta, es la mejor y más moderna de cuantas se han hecho en español.

Todos los guionistas de Hollywood lo tienen como libro de cabecera.
Posdata:
Lamento el proceso de corrupción que ha sufrido el bellísimo concepto avatar, que modernamente significa el doble digital, provocando la desintegración de su significado real, a saber: cada fase por la que pasa la vida de un individuo, un héroe o un dios.

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Jesús Ferrero

Jesús Ferrero nació en 1952 y se licenció en Historia por la Escuela de Estudios Superiores de París. Ha escrito novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones), Doctor Zibelius (Premio Ciudad de Logroño), Nieve y neón, Radical blonde (Premio Juan March de no novela corta), y Las abismales (Premio café Gijón). También es el autor de los poemarios Río Amarillo y Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola), y de los ensayos Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y La posesión de la vida, de reciente aparición. Es asimismo guionista de cine en español y en francés, y firmó con Pedro Almodóvar el guión de Matador. Colabora habitualmente en el periódico El País, en Claves de Razón Práctica y en National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince idiomas, incluido el chino.

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