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El fin de la propiedad

Por 29 de mayo de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Jesús Ferrero

Los especialistas en robótica e inteligencia artificial vaticinan que las máquinas destruirán, en menos de cincuenta años, el sentido de la propiedad.

Para llegar a semejante conclusión llevan a cabo el siguiente razonamiento: en el futuro todas las industrias se verán sometidas a una despiadada competitividad. Debido a ello, prácticamente toda la producción será llevada a cabo por máquinas. En esas industrias, obligadas a abaratar costes hasta el límite de lo posible, la propiedad será un precio añadido e insoportable. Lo ideal será que no tengan propietarios o que sus propietarios aspiren a muy leves beneficios. Ser propietario no será interesante, ni siquiera será viable.

También dicen que ahora mismo los ordenadores tienen el cerebro de un insecto, pero dentro de diez años ya tendrán el de un ratón, dentro de veinte el de un hombre, y dentro de cincuenta el de un dios. Ya para entonces, un solo ordenador podrá albergar en su inmensa inteligencia todo el saber de la humanidad. Podrá además procesarlo y seleccionar, según el criterio infalible que le dará su gigantesca objetividad, lo mejor y lo peor de su memoria. Esa gran mente (¿ese Gran Hermano?) tendrá el poder de resucitar a seres cuya memoria haya quedado depositada en él. Por ejemplo, a partir de las obras de un filósofo y de las imágenes que hayan quedado de él, ese Gran Hermano podría materializar literalmente a ese ser, obligándole a regresar a la vida.

El lector se preguntará si esto es una fábula o una pesadilla. Bien, son las dos cosas a la vez. Porque aquí no se está hablando de una materialización virtual, se está hablando de una materialización real.

El ordenador podrá reproducir la "unidad de carbono" que fue básicamente Jean Paul Sartre, por poner un ejemplo. De modo que Sartre podrá volver a los estudios de televisión y hasta aclarar asuntos que no quiso dejar aclarados mientras le duró la vida material.

El problema, de ser cierto lo que nos cuentan, es que ese Gran Hermano también podrá resucitar a seres profundamente malignos, de los que ha quedado mucha información visual y sonora. ¿Habrá que pensar que en el futuro ni siquiera seremos propietarios de nuestra muerte?

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Jesús Ferrero

Jesús Ferrero nació en 1952 y se licenció en Historia por la Escuela de Estudios Superiores de París. Ha escrito novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones), Doctor Zibelius (Premio Ciudad de Logroño), Nieve y neón, Radical blonde (Premio Juan March de no novela corta), y Las abismales (Premio café Gijón). También es el autor de los poemarios Río Amarillo y Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola), y de los ensayos Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y La posesión de la vida, de reciente aparición. Es asimismo guionista de cine en español y en francés, y firmó con Pedro Almodóvar el guión de Matador. Colabora habitualmente en el periódico El País, en Claves de Razón Práctica y en National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince idiomas, incluido el chino.

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