
Jesús Ferrero
La entrada anterior era una broma lírica que me permití, con el permiso de los lectores, escrita y publicada antes de la concesión del Nobel. Aclarado esto, felicito a la ganadora de este año, la poeta Louise Glück, injustamente juzgada por su sencillez minimalista (heredera de la sencillez de Emily Dickinson y de Williams Carlos Williams). De todos los poemas que he leído de ella, uno de los que más me gustan es, curiosamente, de inspiración homérica. Se trata de un poema donde la voz que habla se ve enfrantada al dilema que pudo tener Telémaco, hijo de Ulises y Penélope, a la hora de juzgar a su padre, un seductor profesional, y a su madre, la virtuosa tejedora.
El dilema de Telémaco
Nunca me decido
sobre qué poner
en la tumba de mis padres. Sé
lo que él quiere: él quiere
‘amado’, lo que ciertamente resulta
muy exacto, sobre todo
si contamos a todas esas
mujeres. Pero
eso dejaría a mi madre
en la intemperie. Ella me dice
que en realidad no le importa
lo más mínimo; ella prefiere
ser descrita
por sus logros. No tendría yo mucho
tacto si les recordara
que uno
no honra a sus muertos
perpetuando sus vanidades, sus
auto-proyecciones.
Mi propio criterio me recomienda
exactitud sin
palabrería; son
mis padres y, en consecuencia,
los visualizo juntos,
a veces me inclino por
‘marido y mujer, a veces por
fuerzas contrarias’.