
Jesús Ferrero
Es faltar a la verdad decir que el año 2015 ha muerto de formar natural. Según fuentes muy fiables, el año 2015 se pegó un tiro en la cabeza a las doce en punto de la noche del 31 de diciembre, y si bien su muerte voluntaria le puede parecer reprobable a cierta parte de la sociedad, expertos en salud mental consultados por este blog aseguran que no le han faltado razones para llevar a cabo un acto tan extremo.
En el año recién fallecido, 55 mujeres han muerto a manos de sus torturadores, siguiendo una tradición secular cada ver más indignante y pestilente. La clase media se ha seguido arruinando (de la clase obrera mejor ni hablamos). Han continuado los desahucios, beneficiándose de una ley que hasta en Estados Unidos, patria del capitalismo, causaría serios escándalos, y el país está más dividido que nunca, moviéndose en una dimensión vacía y en un río revuelto del que sólo se benefician los más despiadados pescadores.
Entiendo el suicidio de este año tan desdichado, y no pienso reprochárselo. Quisiera llevarle flores a su tumba, pero nadie sabe dónde lo han enterrado.