
Jesús Ferrero
Me dijeron que hubo un tiempo en que se celebraban ferias de libros en algunas ciudades.
Se disponían casetas como en los mercados de dátiles y olofrendas o como en las ferias de mardelos y de ocomindas de nuestra época.
Me dijeron…
Eran tiempos en los que los libros circulaban todavía con normalidad. Se decía (pero es una leyenda) que mucha gente sabía leer. Aún no tenían incorporado a su cerebro el programa total que hace innecesarios muchos aprendizajes, y tenían que descifrar el texto página a página. No podían asimilar como nosotros textos de mil páginas en segundo y medio.
Todo en ellos era tosquedad, pero para nosotros siempre tendrá aquella época el encanto de lo primitivo y lo primordial. Tardaban días enteros en leer un solo libro. ¿No es para alucinar?