Jesús Ferrero
Todo arde es un título que evoca el fragmento de Heráclito sobre el fuego: Todo arde vivamente según medida y según medida se apaga, o también: Todo es fuego vivo que arde según medida, y según me vida se apaga. La novela es una envolvente narración sobre la combustión del ser y la disipación de la vida.
Disiparse: convertirse en aire, como dijo Fitzgerald.
Los cuerpos que buscan la disipación están buscando la desaparición. Y de hecho la novela comienza con la desaparición y la aparición de un personaje que ha emprendido un viaje desintegrador.
Los parajes de la novela son dimensiones oscuras, aunque las golpee el sol, donde la desarticulación personal excede a veces los límites de la esperanza porque prevalece la consumación, en el sentido más ígneo de la palabra. Viajamos por universos de una vida degradada, donde sin embargo alienta a veces la humanidad y el amor, en su forma más generosa y fraternal. Nuria Barrios hace una variación del mito de Orfeo convirtiendo a Eurídice en la hermana del protagonista, que ha sido mordida por una serpiente tan letal como la del mito.
La novela en pródiga en párrafos contundentes y precisos. Podría convertirse en una buena película.
Elijo uno de los muchos fragmentos para probar lo que digo: “Tirada boca abajo en el descampado, Noe se tapó las orejas. Temblaba sin poder controlarse contra el suelo reseco. Aferró entonces la tierra con las manos para intentar detener el temblor, cerró los ojos y hundió el rostro en el polvo y las piedras hasta que un tirón de pelo la obligó a levantar la cabeza.
Señalo en cursiva la sucesión de rimas internas que acentúan el ritmo y la melodía de las frases. Este fragmento, cogido al azar, podría quedar así en verso (lo hago para recalcar el mimbre rítmico de la prosa):
Tirada boca abajo en el descampado,
Noe se tapó las orejas.
Temblaba sin poder controlarse contra el suelo reseco.
Aferró entonces la tierra con las manos
para intentar detener el temblor,
cerró los ojos y hundió
el rostro en el polvo y las piedras
hasta que un tirón de pelo
la obligó a levantar la cabeza.
La prosa de Nuria Barrios es poética sin necesidad de recurrir a palabras presuntamente poéticas y a menudo muy desgastadas.
El desenlace de la historia es ambiguo y Nuria Barrios huye de las conclusiones fáciles y consoladoras. Toda la novela podría resumirse en una sola frase, tan nihilista como esperanzadora: hay siempre una grieta de luz en las tinieblas, si bien esa grieta podría ser simplemente una alucinación producida por el deseo de hacer de la vida una sustancia más digna y más amable.
Nuria Barrios plantea un relato con un final expectante, tras haber pasado por un tobogán de emociones. La protagonista femenina nunca deja de danzar junto al abismo, como si le doliera en el alma apartarse del camino más destructivo del deseo. La novela vindica una idea que ya nos parece une dimensión perdida: la fraternidad.