Jean-François Fogel
Escribí unos libros sobre Cuba y, como muchos periodistas que publicaron información sobre la vida revolucionaria, soy persona non grata en la isla. Ya son más de doce años sin pisar el suelo de lo que un talentoso poeta estalinista (¿es un oxímoron?) llamaba el gran caimán verde. A pesar de todo, paseo semanalmente por la isla. Sus habitantes me cuentan con puntualidad los chistes, chismes y cuentos tristes de su tierra cada vez que encuentro en mi buzón electrónico la “newsletter” del sitio Cubanet. En la oferta “noticias por e-mail” opté por la entrega semanal, rechazando el flujo diario o el aún más apresurado del RSS. Lo que quiere decir que cada viernes es una maravilla pues Cubanet agrupa y edita voces de la isla, para contarme lo que no cuentan los grandes medios de comunicación sobre Cuba.
Basta leer la última entrega, que me llegó el 7 de julio, para saber que esto sí es Cuba: dos reclusos se ahorcaron, dulcería en crisis, viviendas entregadas a periodistas de la prensa oficialista, robos en empresas del Estado, huelgas de hambre, sindicalista golpeado en la calle, arrendamientos de viviendas a extranjeros, control policial en la calle, control policial en las empresas, control policial en las casas, control policial en Internet, robos en una escuela internacionalista, etc. Lo que se pinta en una acumulación impresionista de sucesos es la crónica de la vida diaria tal como la gente la cuenta en la calle.
Los autores son personas que tienen un talento para contar historias muy variable (del promedio periodístico a la pura poesía), pero siempre tienen valor pues publicar en Cubanet no les ayuda en su vida diaria. Muchos usan seudónimos. Otros escriben con apellido y nombre de pila. Entre ellos, la estrella es Tania Díaz Castro, periodista y poeta. Escribe varias veces a la semana y nunca me decepciona. Basta leer, por ejemplo, lo que acaba de contar sobre Gladys, una amiga suya que vive en el barrio de Lawton.
¿Es cierto lo que se lee en Cubanet? Me han hecho tantas veces la pregunta que tengo listas mis dos respuestas:
1. En muchos casos, basta conocer a Cuba para saber si el relato es verosímil.
2. Hay más mentiras y omisiones en la prensa oficial.
Además, el tamaño minúsculo de ciertas noticias no permite que ahí quepa la mentira. Nadie tiene interés en inventar la existencia de una banda de rock que se autodenomina Zeus y critica al gobierno; tampoco se sospecha de la voluntad de clonar a la vaca Ubre Blanca (una máquina para producir leche que llegó a tener su estatua de mármol). Y a veces, se trata de un asunto definitivo, no tanto por lo que dice sino por lo que explica del funcionamiento de la sociedad y del poder. En Cubanet se encuentra el “obiter dicta”, algo que se dice sin que nadie le haga caso aunque lo dice todo. Aquí está un ejemplo, un suceso firmado por un tal Carlos Alberto Domínguez el 13 de febrero del 2003. Su título: “Condenado a diez años por robar mangos y un pavo”.
Es imposible leerlo sin pensar en Los miserables, en Jean Valjean mandado al presidio por el robo de un pan. En este caso, el pan es un pavo. Pero parece, según el autor del artículo que el propietario del pavo era un “pincho” grande. Y la noticia me apasiona por esto. Porque conozco Cuba y sé que diez años de cárcel por robar un pavo de treinta libras a Raúl Castro es algo verosímil. No conozco a Rafael Ramos Rojas, pero de vez en cuando voy releyendo su cuento periodístico digno de Víctor Hugo: Rafael Ramos Rojas fue condenado a 10 años de cárcel por el Tribunal Militar Territorial Occidental, por hurtar unos mangos y un pavo en una granja en la que se dice reside el General de Ejército y Ministro de las Fueras Armadas Revolucionarias, Raúl Castro.
La granja, perteneciente al Departamento No. 2 de la Dirección de Seguridad Personal, está situada en la avenida 25 No.323 de la barriada La Lisa.
Según consta en la sentencia, el acusado Rafael Ramos, el día 15 de mayo del año 2002 concibió la idea de penetrar sobre las tres de la madrugada en la granja No. 2 de la Dirección de Seguridad Personal, con el objetivo de apoderarse de unos mangos. Para ello brincó la cerca que sirve de protección a la referida entidad y que tiene una altura de aproximadamente seis metros.
En el documento se agrega que Rafael Ramos extrajo un pavo de treinta libras, valorado en cuarenta y seis pesos con sesenta y cuatro centavos.
El fiscal, capitán Wilfredo Rodríguez Águila, en su informe oral conclusivo, consideró probados los hechos como constitutivos del delito consumado de robo con fuerza en las cosas y solicitó 22 años de privación de libertad.
El sancionado, de 54 años, y que laboraba como barrendero en la empresa estatal Aurora, espera en la prisión de Valle Grande su traslado a otra institución penal del país para cumplir su condena.
Ramos Rojas opina que su sanción fue tan alta porque robó en casa de "un pincho" (alto funcionario gubernamental en el argot popular).
Solo falta la división en el artículo: diez años para treinta libras, lo cual quiere decir que en Cuba la libra de pavo vale cuatro meses de cárcel.