Jean-François Fogel
Lo que leo por la mañana en el sitio del periódico británico The Guardian reduce el alcance del cabezazo de Zidane a un gesto sin importancia. Una discrepancia en el partido de críquet Inglaterra-Pakistán provocó nada menos que la cancelación de un partido “test-match” el domingo pasado, cuando los jugadores asiáticos se negaron a volver a la cancha después de tomar el té. No sé si hay que echarles la culpa pero lo cierto es que al final la pelea estaba entre todos los jugadores, de ambos equipos, y los árbitros. La noticia es histórica: nunca había ocurrido tal fracaso en 130 años de partidos internacionales.
Qué extraño leer algo sobre un conflicto sin solución cuando me pasé el fin de semana hojeando otra vez la biografía Josu Ternera, una vida en ETA, de Florencio Domínguez (La esfera de los libros). Se comenta mucho la postura del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, frente al último comunicado de ETA y de pronto intento recordar quién es José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, el líder de ETA. Florencio Domínguez dice que “uno de los factores que parece haber sido determinante en la decisión del presidente de entrar en este proceso es el hecho de saber que quien estaba ofreciendo garantías por parte de ETA era José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, quien tiene a sus espaldas nada menos que treinta y ocho años de militancia en la organización terrorista”. Ternera es uno de los líderes que encontró Joseph Lluis Carod-Rovira, entonces número dos de la Generalitat de Cataluña, en su viaje irresponsable a Perpiñán.
Francamente, la biografía no es biografía pues la vida de Ternera no es una vida sino una militancia a lo largo de una huida. Clandestinidad a los 20 años, exilio a los 21, primera detención a los 22. Una existencia donde no se tiene ni nombre ni domicilio, con años de cárcel por supuesto, y la visión ciega de los que no conocen una vida abierta. Lo único que tiene Ternera como rasgo propio en su biografía es su talento y afición por la cocina… carcelaria.
Ya escribí que lo más difícil en un proceso de paz (País vasco, Irlanda, Colombia, etc.) es la jubilación en un mundo normal de personas que no saben lo que es una vida normal. Según Florencio Domínguez, el autor de lo que es una cuidadosa recopilación de informes de la policía y de actos de tribunales mezclados con unos recortes de prensa, “Josu Ternera siempre fue la representación de la ortodoxia marcada por la radicalidad en la reivindicación política, la defensa del empleo de las armas para conseguir sus objetivos y el acatamiento de la disciplina interna”. Hay que pensar en este hombre por una parte, y en ZP por otra, para entender cuán largo y difícil es lo que apenas comienza.