Jean-François Fogel
Hay muchos números en la excelente página que publicó el domingo Jascha Hoffman en el suplemento de libros del New York Times. No se puede hablar del mercado de los libros a nivel internacional sin revisar estos datos de “literatura comparativa”.
Se ve a EE UU como un país poco abierto a las obras de fuera, con datos francamente escalofriantes: 12 novelas españolas traducidas entre 2000 y 2005. Al contrario, y a pesar de la censura, Irán o Turquía son países más abiertos hacia fuera.
En el caso de Francia, es increíble descubrir cómo el Estado dedica 65 veces más dinero a la traducción de obras francesas al inglés que el National Endowment for the Arts lo hace en EE UU para traducir libros franceses al inglés. Al final, el resultado es muy pobre: la compra por parte de Francia de derechos de traducción en EE UU es tres veces mayor que la de EE UU en Francia.
Pero para mí la sorpresa, la sorpresa de verdad, es encontrar a tres autores españoles entre los diez “mega-vendedores” de ficción en el mundo entero, para el año 2006: no me extraña la presencia de Arturo Pérez-Reverte y tampoco la de Carlos Ruiz Zafón pero no esperaba Ildefonso Falcones de Sierra.
(Último detalle: las 1066 “novelas” de Félix Feneón que caben dentro de un solo volumen es un momento de la historia literaria y más bien periodística en Francia. Feneón inscribía sucesos que cabían en tres líneas de un libro común. Fue el inventor de un género y no tuvo heredero. Su talento me parece muy por debajo del genio del guatemalteco Augusto Monterroso cuyo Dinosaurio es insuperable. Cito el texto completo “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”)