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NOVELAS EXTRANJERAS

Por 14 de junio de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Transfuge es una revista que sale cinco veces al año. Se dedica a la literatura extranjera y lo hace con la voluntad de romper un poco, pero no tanto, la jerarquía clásica de los valores reconocidos. En las portadas de los tres últimos números hemos visto dos americanos, Bret Easton Ellis y Tom Wolfe, y un japonés, Haruki Murakami. Pero más allá de estas estrellas la revista tiene la voluntad de sorprender: Aharon Appelfeld es presentado como un gran filósofo, Richard Powers recibe el tratamiento de un clásico. Transfuge tiene ropa de burgués pero mueve la cintura como para decir “mírame, sigo siendo joven”. Y ahora, saca su primer número especial: “150 novelas extranjeras ineludibles”.

Como siempre cuando se hace una lista, la pregunta es cómo se hizo. En este caso, con un método nuevo: se preparó una muestra de 28 lectores, en la que se encuentran el director de redacción del diario Le Monde, Eric Fottorino; algunos críticos, Pierre Assouline o Jérôme Garcin; un editor/historiador de la literatura, Charles Dantzig; y escritores como Marie Ndiaye o Linda Lê. Más o menos son 28 personas ubicadas en el centro de gravedad de la opinión mayoritaria de la república francesa de las letras. Cada miembro de la muestra ha sido entrevistado para hablar de su novela favorita. No de la mejor, sino de una novela que les llegó de manera íntima en un momento de sus vidas. Como no escriben (todos han sido entrevistados) hay una cierta ligereza en lo que explican. Conectan libros y detalles de sus vidas. Se habla de literatura sin utilizar almidón. Y el resultado es una sorpresa.

De 28 novelas, no hay ni una que venga de Bélgica, de Suiza o del África francófona. A los entrevistados no les interesa el francés escrito afuera. Pero 16 libros han sido escritos en inglés. Un autor sale tres veces: Philip Roth, con dos novelas, Pastoral americana y La mancha humana. No hay ni una obra de América Latina, pero tres libros vienen del mundo ibérico: El Quijote de Cervantes, Greguerías de Ramón Gómez de la Serna (sorpresa total para mí) y Señales de fuego del portugués Jorge de Sena. Al final, dos libros en español en contra de cuatro en alemán (Herman Hesse, Stephan Zweig, Robert Musil y Bernhard Schlink).

Para decirlo de otra manera: entre personas influyentes en Francia no queda nada del boom hispanoamericano. Un resultado que se puede comprobar a un segundo nivel, pues los entrevistados tenían el derecho de nombrar otros cinco libros. Algunos se limitaron a citar dos títulos, pero hubo quien llegó a mencionar nueve obras. Al final, son 126 libros más y la misma dominación del idioma inglés, con 53 libros. No cambia la proporción de libros en español o portugués, un diez por ciento cada uno, con 12 títulos. Cervantes sale dos veces (el Quijote y las Novelas ejemplares) como Gabriel García Márquez (Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera) y Antonio Lobo Antunes (Las naves y Tratado de las pasiones del alma). Los seis últimos autores son Jorge Luis Borges (Ficciones), Roberto Bolaño (Los detectives salvajes), Juan Rulfo (Pedro Páramo), Ernesto Sábato (El Túnel), Francisco de Quevedo (La vida del buscón llamado Don Pablo) y Mauricio Electorat (Sartre y la citroneta). Para quienes no le conocen, Electorat es un chileno que sabe mucho de Francia y de las perversiones de sus intelectuales.

Al final, de 154 libros, solo 15 provienen del mundo iberoamericano. Sin voluntad de provocar el desánimo de los miembros del crack y otras corrientes que siguieron al boom, no se puede negar que Francia no se apasiona como antes por lo que se escribe en el sur o en el otro lado del Atlántico sur. Ya hablé de Philip Roth, hay además otros tres autores que son muy citados: los alemanes Arno Schmidt y Thomas Mann, y el estadounidense William Faulkner. Claro, casi no hay nadie de Asia, y ningún autor de África. Francia mira al mundo sin visión periférica.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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