Jean-François Fogel
Es un suplemento del diario Financial Times. Fecha: 7 de enero del 2006. Es un poco tarde para descubrir algo que me interese, pero en el momento de tirar el papel a la basura descubro una maravilla: un artículo dedicado a una vieja base de datos. Fue creada en 1931 por la Sociedad de las Naciones en Ginebra. La Unesco se encargó de ella en 1946. Informatizada hace un cuarto de siglo, todavía no tiene conexión con la red de Internet. Se llama «Index Translationum», según el artículo, y contesta a una única pregunta: ¿Quién es el autor que más traducciones tiene en el mundo? Respuesta: Walt Disney.
Lo más extraño no es tanto la existencia de aquella base de datos. Saber cómo circulan los libros parecía ser un dato importante en el momento de organizar el mundo para eludir una repetición de la primera guerra mundial. No, lo más increíble es mantener, a lo largo de tantos años, el censo de las traducciones en el mundo. El método utilizado, que recopila una por una cada traducción, favorece a los autores que más libros publicaron. Para dar un ejemplo, después de cerrar con el séptimo y último libro su serie de los Harry Potter, J.K. Rowling tendrá que esperar la traducción de cada uno de sus libros a ciento cincuenta idiomas, para figurar entre los cincuenta autores más traducidos. Por el momento, detrás de Disney, vienen: Agatha Christie, Julio Verne, Vladímir Lenin y Enid Blyton (la autora de los libros juveniles sobra la banda de los cinco).
De manera global, entre los cincuenta primeros hay muchos autores de cuentos como los hermanos Grimm o Perrault. Autores de novelas policiacas tienen también una presencia fuerte. El censo es lo suficiente fino como para ubicar el Nuevo Testamento en la posición número trece, mientras La Biblia entera sale en el rango veintidós de la clasificación y el Antiguo Testamento, en el cuarenta. En el otro bando, Lenin con su cuarta posición aplasta a Carlos Marx, treinta, y Engels, treinta y seis.
Claro que el inglés sale muy favorecido. Entre los cincuenta autores más traducidos, veintiseis utilizan el idioma de Shakespeare. Seis tienen el francés como herramienta y otros seis el alemán. Aparte de La Biblia (me parece difícil opinar que tiene un autor) solo hay europeos o norteamericanos entre los cincuenta autores más traducidos en el mundo. Y aquí viene el dato esencial: ni uno solo escribe en español…
¿Y la lengua francesa? Además de Julio Verne, tiene cuatro representantes: Dumas, decimosexto; Simenon, decimoctavo; Goscinny, en el puesto veintiuno, y Charles Perrault, en el cuarenta y dos. En cuanto a la geografía, se redibuja rápidamente: exceptuando la redacción de La Biblia, todos los textos contabilizados provienen de autores europeos o norteamericanos.