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LA MUERTE DE LA SOLEDAD

Por 28 de junio de 2006 Sin comentarios

Jean-François Fogel

Otra vez. El tema es ineludible. Apareció con el ordenador Apple II, la primera máquina que se podía utilizar de manera eficiente para escribir un texto de una “nueva” manera. Es decir copiar, cortar y pegar, reduciendo el texto al destino de la masa entre las manos del panadero: una materia que puede ir en cualquier molde. Umberto Eco, que algo sabe de las bibliotecas de la edad media, no se detuvo al decir que escribir así era volver a la época en que los libros se copian a mano. Una época que no contaba con autores, y tampoco con libros, pues el copista hacía lo que le daba la gana y su lector nunca sabía si tenía una copia fiel en sus manos.

El presente digital se parece tanto al pasado medieval que ya hay gente que quiere huir del futuro. El novelista John Updike, por ejemplo: “los lectores y los escritores, dice, se acercan a la condición del resistente, del ermitaño que se niega a salir para jugar bajo el sol electrónico de la aldea post-Gutenberg”. La frase pertenece a la conferencia que dio Updike el mes pasado en Washington en la Book Expo, una feria del libro. La verdad es que Updike no ha dado una conferencia, más bien ha dado el pésame al mundo que fue el suyo a lo largo de una digna carrera de escritor y crítico. Su texto es reproducido tanto en el New York Times en EE. UU. como en el Daily Telegraph del Reino Unido; es decir, en el corazón del establishment que se siente acorralado por la digitalización de todos los contenidos culturales (texto, sonido, imagen).

Espero que se traduzca el texto de Updike al español. Muestra el mundo de los libros en un espejo que corresponde a la definición de Jean Cocteau: “una puerta por donde entra la muerte”. La muerte de los que rechazan cualquier cambio en un mundo trastornado. El texto ofrece tanto la expresión de un sufrimiento real como el síntoma de un desconocimiento de lo que viene. Updike habla desde el baluarte de la resistencia a los bárbaros. Para él, una librería es la última trinchera en la defensa de la civilización frente a los destripadores de textos. Los que pueden torcer, mezclar y acortar textos para producir un contenido que corresponde a sus deseos, tal como se hace el remix de una o varias canciones. Fantasma de una literatura tratada como una canción barata.

No puede ser más distinta la visión del periodista Juan Varela, cuyo blog es el mensaje de un profeta. Lo revisé después de leer a Updike. Como siempre, había post -«Marketing digital por la literatura» o «Más libros libres»- que son manifiestos anti-Updike. Resumo su visión de hace unas semanas en "El futuro digital en la red" y puedo entender que algunos no se fían de sus ideas. La verdad es que no basta la confirmación de los pronósticos tanto de uno como del otro.

¿De qué se trata de verdad, ¿qué esperamos cuando hablamos del futuro de la literatura? La respuesta es sencilla: no queremos solamente papel o pantalla sino calidad. Un blog, para hablar del universo en el que estoy, no es más que una herramienta. Puede ser lo peor o lo mejor. Acabo de leer una maravillosa evaluación en inglés de lo que ofrecen los blogs. Su autor, Alan Jacobs, opina que el blog es el amigo de la información y el enemigo del pensamiento. Vale la pena leerlo en detalle. Se verá que llega por un camino extraño a la misma conclusión que Updike cuando este recuerda que leer un libro es una experiencia individual, la confrontación de un lector con un texto: «Comunicación desde una persona hacia otra persona».

Aquella relación cerrada no está garantizada en un mundo de lectores y escritores que viven en una red compartida. Entonces, Jacobs expresa el mismo temor –que se podría llamar el miedo a la muerte de la soledad- al notar que lo peor de los blogs es que su tecnología no hace diferencia entre lo mediocre y lo sublime. Genios y oligofrénicos comparten la misma página. “No hay privacidad, toda conversación es totalmente pública”, añade Jacobs. Utiliza una citación muy acertada de Charlie Brown, el héroe de los cómics: “Amo a la humanidad, es la gente que no me gusta”. Y no lo vamos a negar, Charlie, somos muchos, ya, en la blogosfera.

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Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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